Hace ya algún tiempo que la palabra «gamificación» se ha colado en nuestro vocabulario, puede ser que no la utilicemos mucho pero por el contrario cada día la escuchamos más.
Esto tiene una explicación y es que algo se está moviendo, en este caso el movimiento se está produciendo en la comunidad educativa, son ellos, los educadores quienes han encontrado en el juego la manera de llegar más a sus alumnos, de mantenerles más motivados, de hacerles aprender de un modo más divertido y hasta yo diría que más saludable.
Porque utilizar la gamificación en el aula significa trasladar a ella la mecánica y narrativa del juego con la finalidad de potenciar la motivación, la concentración y el trabajo en equipo.
Conocemos la Teoría de las inteligencias múltiples como una manera diferente de enfocar la educación, en su día fue toda una revolución para los docentes, suponía cambiar la perspectiva de trabajo, mirar las cosas desde otro lugar. La gamificación supone eso, mirar la realidad del aula desde otro lugar, ya que convierte el aprendizaje en algo ameno y divertido. Ya sabemos que para cuidar y desarrollar nuestro cerebro es importante aprender cosas nuevas, hacer que el aprendizaje sea una experiencia satisfactoria que no nos queremos perder es lo que se consigue jugando.
Los profesores que la han puesto en práctica en su aula han constatado el incremento de la motivación en sus alumnos, así como la incidencia positiva en los resultados académicos y sobretodo y en mi opinión lo más importante es que el aprendizaje se transforma, ya no es una tarea árdua y monótona, sino dinámica activa y placentera.
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