Aprende a poner límites en seis pasos
Los límites físicos son más fáciles de establecer que los límites emocionales, pero ambos son igual de importantes
Párate un momento a pensar en esa caminata que un día hiciste por la montaña o el campo con amigos, con tu pareja, con familiares… o quizá sola, y te encontraste con un cartel en un determinado punto de la andadura que decía «Prohibido el paso», o una señal que anunciaba peligro, con un enorme símbolo de exclamación en medio. Al verlos, tanto a uno como al otro, entendemos que no podemos seguir nuestra ruta y damos media vuelta, ¿verdad? Algo así debería ocurrir con los límites que debemos marcar en nuestra vida.
Los límites no son más que las indicaciones de uno o varios puntos que no se deben o no se pueden sobrepasar. Los límites físicos son más fáciles de establecer que los límites emocionales y, sin embargo, son igual de importantes ya que nos estructuran como personas y van definiendo nuestra identidad.
Por otro lado, es una forma de defendernos ante el otro.
Ambos tipos de límites, tal como indica Macarena del Cojo, psicóloga general sanitaria en Instituto Psicológico Cláritas, nos ayudan a una autorregulación: «Es lo que va a asentar las bases de una adecuada autoestima, ya que permiten diferenciar hasta dónde llega el otro y hasta donde yo o como es el otro y como soy yo».
Tips para poner límites
Cercar dónde no pueden acceder los que nos rodean, o al menos no todos, es una forma de protección no solo de lo íntimo, también de lo que no queremos hablar o hacer porque nos hace daño o no nos hace sentir cómodos. Irene Giménez, especialista en Psicología en el Institut Dra. Natalia Ribé y miembro de Top Doctors, lo considera imprescindible: «Cuando ponemos límites no hacemos más que expresar nuestras necesidades, a pesar de que éstas sean diferentes a las del resto. Y lo mismo ocurre cuando son los otros quienes nos ponen límites; en ese momento nos vemos obligados a atender a las necesidades y sentimientos de los demás, a pesar de que éstos choquen con nuestros deseos». Todo ello va relacionado con la empatía y la autoestima.
«Poner límites va a asentar las bases de una adecuada autoestima»
Macarena del Cojo , psicóloga general sanitaria en Instituto Psicológico Cláritas
Para esta psicóloga, priorizar constantemente las necesidades de los demás, por miedo al rechazo, a ser juzgados o por evitar sentirnos culpables después, nos merma directamente la autoestima. Por tanto, aprender a decir ‘no’ repercute en nuestro bienestar y se encuentra en la base de cualquier relación sana que se precie.
A la hora de poner límites, tenemos que incluir la palabra ‘no’. Un monosílabo que no se tarda nada en decir y el que, en cambio, nos cuesta tanto… Según dice Laura Fuster, psicóloga en Valencia, en su consulta proponen a las personas que les cuesta decir que no «que empiecen haciéndolo en situaciones sencillas y con personas de confianza». La primera palabra debe ser no, seguido de ejercer contacto visual y con un tono de voz seguro y audible. Esto sería expresándonos de una manera directa y sin dudas pero también con educación y respeto hacia la otra persona, algo así como… ¿Quieres tomar café conmigo? y contestar ‘no, no me apetece tomar café’.
Del mismo modo, cuando acepto un ‘no’ por respuesta sin frustrarme, sentirme dolido o enfadarme por ello, pongo en marcha los mecanismos de la empatía, comprendo y acepto que el otro priorice sus deseos y necesidades a las mías, y es más, lo respeto por ello. No debemos olvidar que las personas que establecen límites y se comunican asertivamente, son las más respetadas.
Aunque nunca es tarde para aprender a poner límites, es importante destacar que el momento perfecto para entrenarse en ello es la infancia. Para Irene Giménez, cuantos menos límites pongamos a los niños, menos tolerantes a la frustración serán, de manera que al llegar a la edad adulta no estarán preparados emocionalmente para aceptar un ‘no’ por respuesta, y esto traerá consecuencias nefastas. Del mismo modo, cuenta, cuando en la infancia la dinámica familiar es muy autoritaria y nunca se cede a nada, es decir cuando todo es ‘no’, en la edad adulta también aparecerán problemas de baja autoestima e inseguridades.
«La ausencia de límites también puede estar relacionada con cierta hiperresponsabilidad con ciertas tareas que no nos pertocan, y creer que podemos con todo»
Irene Giménez , especialista en Psicología en el Institut Dra. Natalia Ribé y miembro de Top Doctors
Como en todo, el primer paso es el que más cuesta. En este caso, ser consciente de que hay que limitar «el acceso» libre que se toman muchas personas ya es un gran paso, y estos serían los siguientes a seguir:
- Detectar las situaciones: lo primero es detectar las situaciones que nos provoquen un malestar. Aunque no hagamos nada al principio, pero es necesario este ejercicio de autoobservación. Una vez vayamos teniendo más claro y nos creamos nosotros mismo los límites iremos actuando poco a poco sin darnos cuenta.
- No autoexigirnos: «Es importante tenernos paciencia. Empezar a establecer límites no es algo fácil por lo que tenemos que ser considerados con nosotros mismos», explica Macarena del Cojo.
- Soportar la culpa: tal como advierte la psicóloga del Instituto Psicológico Cláritas, al principio va a ser común que sintamos culpa por llevarlo a cabo, ya que los vivimos como algo negativo hacia el otro, pero «es algo que poco a poco remitirá».
- Recordar nuestro valor: todos somos valiosos y tenemos derecho a decir y actuar lo que pensamos. Los demás van a seguir queriéndonos igual.
- Ser asertivo: Poder decir lo que pensamos siendo educados pero con firmeza. Lo que nos produce seguridad y respeto.
- Saber decir ‘no’. «Es el santo grial», señala la psicóloga de Top Doctors Irene Giménez. Como ya hemos visto, para empezar a poner límites en nuestra vida, tenemos que empezar a practicar el ‘no’ cuando verdaderamente no nos apetece algo, y no dejarnos intoxicar por el miedo al qué dirán, por si el otro se enfadará o por pensamientos irracionales del tipo «no soy buena persona o amiga por haber dicho no».
En el caso de no poner límites, tenemos que hacer frente a las consecuencias. «Cuando el hecho de no poner límites se produce en un largo periodo de tiempo o con ciertas personas tiene una serie de consecuencias», alerta Macarena del Cojo.
En primer lugar sufriremos un malestar general ya que estamos ante una relación que no es igualitaria. Tus necesidades no cuentan: «Puede provocar una inseguridad general derivado de una baja autoestima, ya que el otro no da valor a lo que yo quiero porque yo mismo no le estoy dando valor», cuenta.
Además de la dependencia emocional que se va a producir , tendremos dificultad para saber lo que yo quiero… «Al haber dejado a un lado continuamente lo que uno quiere a costa del otro, provoca que tengamos dificultades en identificar quiénes somos y lo que queremos. Es decir, una falta de identidad», alerta la psicóloga del Instituto Psicológico Cláritas.
«La ausencia de límites se encuentra en la base de la comunicación pasiva, un estilo de comunicación en el que la persona lo pasa realmente mal a la hora de poder frenar aquellas situaciones que le generan malestar o que son abusivas, pero se sienten incapaces por miedo, como decía, al rechazo o al abuso», apunta Irene Giménez. Al parecer, suelen ser personas inseguras y con baja autoestima por distintos motivos, por lo que pedir ayuda terapéutica puede estar indicado en estos casos: «La ausencia de límites también puede estar relacionada con cierta hiperresponsabilidad con ciertas tareas que no nos pertocan, y creer que podemos con todo. Eso sí, una cosa es ayudar a nuestros seres queridos y ser altruistas en momentos puntuales, y otra muy distinta adoptar las responsabilidades de los demás por sistema, porque eso acaba generando mucho desgaste…
El miedo que puede surgir…
Hay diversas razones por las que nos puede costar poner límites y van dependiendo de cada persona:
- Miedo a ser egoístas:según Macarena del Cojo, podemos tener la sensación que el poner límites significa no pensar en el otro y ser malas personas: «Solemos complacer al otro, dejando a un lado lo que nosotros queremos».
- Miedo a la soledad: en numerosas ocasiones podemos sentir que el establecer límites a los demás puede producir que la relación se termine. Hay un miedo a un enfado de la otra persona. Por lo que, con tal de que no se rompan las relaciones y evitar quedarnos solos, podemos permitir a los demás cosas con las que no nos sentimos cómodos.
- Sentimiento de omnipotencia: en este sentido, cuando creemos que podemos con todo, como una forma de dificultad de mostrar vulnerabilidad, accedemos a sobrecargarnos con todo y no solemos poner límites a los demás.
Por todo esto es mejor poner límites en los ámbitos que consideremos y así evitarnos una buena dosis de estrés.
Fuente: ABC Bienestar
Entrevista al autor «El cerebro de un adolescente»
Fuente: La voz de Galícia
David Bueno, doctor en Biología: «Es inevitable que los adolescentes se acuesten tarde»
David Bueno, autor de «El cerebro del adolescente». Xavier Torres-Bacchetta
Si eres de los que crees que los adolescentes necesitan mano dura, quizá cambies de idea al escuchar a David Bueno (Barcelona, 1965), doctor en Biología y profesor e investigador de la sección de Genética Biomédica, Evolutiva y del Desarrollo de la Universitat de Barcelona, autor de El cerebro del adolescente, un GPS para conducirse con ellos. «Lo primero es entender que la adolescencia es necesaria para la maduración de la persona. Y, puesto que no la podemos evitar, aprendamos a disfrutar de ella. ¡Sé que es difícil! Sobre todo, cuando se ponen muy rebeldes…», comienza.
—Pero son rebeldes con causa, no como James Dean…
—Son rebeldes con causa y esto es además muy sano. Es sano que un adolescente lo cuestione todo. Eso es precisamente lo que estimula a su cerebro a encontrarse a sí mismo.
—¿Lo normal, entonces, es que en la adolescencia haya rebeldía? ¿Qué pasa si no la hay, algo va mal?
—Hay algunos adolescentes que no terminan de rebelarse. Es algo que depende en parte de su carácter: hay personas más tranquilas, reflexivas, y otras impulsivas. También depende un poco del entorno. Si el entorno familiar, social, educativo, promueve la reflexión, la crítica, el respeto y la confianza, favorecerá, en principio, adolescentes menos rebeldes. Pero esa rebeldía, como te digo, también depende del carácter.
—¿Funciona el «Venga, vamos a hablar tú y yo, cuéntame»?
—Precisamente, el «vamos a hablar» no es la mejor estrategia con un adolescente. Porque, normalmente, se lo toman como una invasión a su intimidad y, por lo tanto, como una posible amenaza. Y una de las formas de responder a una posible amenaza es siendo agresivo. Te mandan a paseo con una frase malsonante…
—Algo como «¡No te metas en mis cosas! ¿Por qué lo quieres saber todo?».
—Bueno, eso es lo más suave que te puede decir un adolescente que se siente amenazado.
—¿Cómo hacemos para triunfar con ellos por la vía del diálogo?
—Con los adolescentes hay que hablar, pero cuando ellos quieren… y sin que parezca que estamos poniendo demasiada atención. Hay que estar cerca, para cuando ellos decidan. Y, normalmente cuando ellos lo deciden, tú estás atareado en otra cosa.
—¿Por qué se acuestan tan tarde y por qué les cuesta tanto levantarse?
—Es inevitable, es algo biológico. En la adolescencia, el ritmo circadiano se retrasa unas dos horas de promedio. Esto hace que el sueño les llegue más tarde. Si les obligamos a acostarse antes, no se van a poder dormir. A los 14 o 15 años, el sueño no les llega hasta las 12.00 o la 1.00. Luego el despertador les va a sonar a las 7.00, pero van a estar en stand by hasta las 10.00. Es importante que en las actividades de esas primeras horas seamos menos exigentes que en las de las 10.00 o las 12.00. Si les vemos medio dormidos a las 8.00 arrastrando los pies es que no lo pueden evitar. También es normal que no tengan hambre a esas horas.
—Dejarles irse sin desayunar no parece una buena opción…
—Una buena opción es sentarnos a desayunar con ellos. Nos sentamos con ellos y nos comemos una naranja y un plátano, nada menos. ¡Nada de sentarnos a mirarles mientras comen!
—¿La cháchara con ellos funciona?
—Sí, pero cuando ellos quieren… Incluso está bien criticar.
—¿La crítica compartida nos acerca, refuerza vínculos?
—Hombre, claro… Y está bien escucharles, no reñirles. Cuando están criticando, lo que están haciendo, en el fondo, es reflexionar, y esto es importante. Hay que dejarles que nos cuenten.
—¿Qué cambios neurológicos se producen en la adolescencia?
—Que hay un inicio hormonal es indudable. Es lo que desencadena la maduración del aparato reproductor, que es donde se inicia la pubertad y se empiezan a producir los cambios de los caracteres sexuales secundarios, como la pilosidad o el ensanchamiento de las caderas en las chicas. Esto es hormonal y obedece a programas genéticos. Cuando se ponen en marcha, ¡empieza! Y no hay más que decir. Cuando empieza la pubertad es cuando puede comenzar la adolescencia, básicamente una serie de cambios cerebrales que implican también cambios de conducta. La pubertad y la adolescencia están encadenadas, pero a nivel biológico es importante distinguirlas. Pueden ser púberes y no haber entrado en la adolescencia. Los cambios en su comportamiento se deben a cambios en tres zonas del cerebro: la amígdala se vuelve hiperreactiva. Por eso, reaccionan más rápidamente, con mayor intensidad, a cualquier situación. Esto nos molesta, pero es así y tiene que ser así, porque por primera vez se van a enfrentar a situaciones típicas de lo que es ser adulto sin tener experiencia en lo que significa serlo. Así que deben tener las emociones a flor de piel para detectar lo que implica una amenaza, para poder protegerse. Que tengan las emociones a flor de piel es bueno para su propia seguridad.
—Como adultos, a veces cuesta resistir. También somos humanos…
—Debemos favorecer su autocontrol, por supuesto, pero no nos tenemos que enfadar por sus cambios de humor, porque no pueden evitarlos.
—¿Qué otros cambios importantes se producen en ellos?
—La corteza prefrontal se reconfigura completamente, y es donde se generan comportamientos como la reflexividad, la planificación o la gestión de las emociones. Todo esto debe reconfigurarse para dejar atrás los comportamientos de infancia y poder adquirir los de los adultos, básicamente por imitación; de aquí la importancia del ejemplo. Los dos cambios grandes que se producen en su cerebro son una hiperreactividad emocional y una menor eficiencia para gestionarlo. Y nos queda un tercer elemento de cambio, que es el estriado, que es la zona del cerebro que produce las sensaciones de recompensa, de bienestar, de placer… Es lo que explica que prueben todo lo que está a su alcance que creen que puede ser interesante.
—Los amigos pasan en la adolescencia ser el centro de la vida de nuestros hijos. ¿Es normal?
—Sí, claro, su cerebro se lo está pidiendo. No es que haya que darles todo lo que les pide el cerebro, pero es normal y sano que quieran estar mucho tiempo con sus amigos, hablando durante horas de nada o callejeando sin rumbo. Esto les encanta. Es importante que puedan estar con sus iguales, porque así empezarán a establecer los vínculos que serán importantes de jóvenes y adultos. No se trata de que estén todo el día fuera con los amigos. También hay que poner límites… Pero es más fácil ponerlos cuando ya desde que eran pequeños te has ganado su confianza que si siempre has impuesto cosas de forma autoritaria. Lo más importante con los hijos, ya desde la primera infancia, es generar confianza. Tú debes confiar en ellos (aunque a veces te engañen) para que ellos puedan confiar en ti.
—¿Si hemos sido unos padres autoritarios, no hay remedio?
—Sí lo hay. El cerebro no deja de aprender cosas nuevas. Siempre puedes generar un ambiente de confianza. Con tranquilidad, compartiendo ratos juntos en casa. Ellos tienen que sentir que estás cerca. No se trata de que estés con ellos en la misma habitación, pero sí de compartir momentos, comidas (si no es la cena, la merienda). Es poco a poco. El primer día que te cuentan algo que te asusta, no pongas cara de susto; si no romperás la cadena de confianza.
—¿Los adolescentes, entonces, no necesitan mano dura?
—No. Lo que necesitan es apoyo, apoyo emocional. Que estemos cerca cuando nos necesiten, que no les saquemos las castañas del fuego. Tienen que aprender que, si cometen errores, deben reconducirlos. Pero la mano dura lo único que provoca es que se cierren en banda. Esto no significa que les dejemos hacer todo.
—¿Hay que pelear para que adquieran hábitos como ordenar la habitación, hacer la cama o recoger su ropa?
—Tienen que ir aprendiendo cuanto antes las responsabilidades que tendrán cada día de adultos. Deben hacer cosas como esas, pero si hay un día que no lo hacen, ese día que dejan la ropa tirada, debemos mirar para otro lado.
—¿Por qué sufren más estrés?
—Durante la adolescencia, el nivel de estrés aumenta. Si este estrés es demasiado elevado y se cronifica, es la puerta a la tristeza, la depresión, la ansiedad, a otras patologías que pueden ser muy graves. Nuestra aportación como adultos es no presionarlos más allá de su propio límite. Cuando vemos que se están estresando mucho, tenemos que bajar nosotros el ritmo de exigencia. Ellos necesitan más apoyo que exigencia. Les exigimos que sean buenos en todo, que saquen buenas notas en todo. Hay padres que si el hijo saca menos de un 9 se desesperan. Mejor valorar el esfuerzo que hacen que la nota final, porque el esfuerzo es lo que les hará seguir navegando toda la vida… ¿Qué hacíamos nosotros cuando éramos adolescentes? Debemos acordarnos más de cómo fuimos nosotros de adolescentes.
El arte de educar a un adolescente.
- Portazos que distancian.
- Juicios de valor que llenan de recelos.
- Reproches que rompen la confianza.
- Tonos de voz que ensordecen.
- Pantallas que aíslan.
No es fácil convivir junto a un adolescente y menos 24 horas 7 días a la semana. Educar a alguien que vive en constante ebullición, que en ocasiones cree que el mundo gira en contra suyo, que intenta dominar sus emociones torpemente. Con poca capacidad para la autocrítica, que vive entre la euforia y el catastrofismo, el llanto y las risas.
No es fácil acompañar con serenidad a un joven al que le cuesta reconocer sus errores, que está inmerso en un caos de cambios, que muestra dificultades para superar la frustración. Que vive en una vorágine de sentimientos, dudas y contradicciones.
No es fácil entender a alguien que en ocasiones se muestra poco empático, que tiene comportamientos desmesurados, que no sabe gestionar correctamente sus arrebatos de agresividad. Una persona en proceso de cambio, de descubrimiento, de construcción de su propia identidad.
No es fácil aceptar que esa persona que se pasa muchas horas solo en su habitación enganchado a su móvil ya no es aquel niño o niña al que acurrucábamos cuando tenía miedo. Ahora es un/a joven rebelde con ganas de descubrir el mundo a su manera, al que le cuesta escuchar nuestras opiniones y ha decidido querernos de forma diferente.
Que fácil es perder la paciencia, contagiarse de sus cambios de humor, sentirse herido con sus cuestionamientos.
Los adolescentes son rebeldes, egocéntricos, transgresores de normas, impulsivos. Pero también son cariñosos, colaboradores, creativos y han demostrado, al igual que los más pequeños, una ADMIRABLE CAPACIDAD de ADAPTACIÓN en este confinamiento que les ha robado su bien más preciado “SU LIBERTAD”.
Ojalá fuésemos más conscientes de lo difícil que es para ellos madurar en una sociedad consumista, globalizada e individualizada como la nuestra. Ojalá recordásemos más a menudo lo torpe que también éramos nosotros cuando teníamos su edad.
Cómo acercarnos a nuestros/as adolescentes
Aprovechemos esta pandemia para estrechar vínculos con nuestros hijos adolescentes, para acercar posturas, para demostrarles nuestro amor incondicional.
- Consensuemos normas, flexibilicemos límites, establezcamos consecuencias cuando no cumplan los pactos. Busquemos el equilibrio entre las reglas y el vínculo afectivo.
- Regalemos miradas que acojan, palabras que entiendan, abrazos que protejan, espacios que acerquen. Recordémosles a diario lo mucho que nos importan, lo que valoremos sus esfuerzos.
- Seamos el mejor de los ejemplos a la hora de gestionar los conflictos, de controlar nuestra ira, pactemos fórmulas que satisfagan a ambos lados.
- Hablemos con ganas de entendernos, sin interrogaciones, ironías, tonos acusativos o comparaciones. Con un lenguaje lleno de respeto y grandes dosis de afectividad.
- Démosles la libertad de dibujar su propio camino, de tomar decisiones aunque sepamos que van a equivocarse. Ayudémosles a descubrir sus propios valores, a mirarse al espejo aceptándose tal y como son.
- Respetemos la intimidad que necesitan, sus ritmos vitales, sus silencios que calman. Ayudémosles a asumir sus responsabilidades sin expectativas que ahoguen.
- Aceptemos que las pantallas son el cordón umbilical se sus relaciones, su ventana al mundo estos días, intentemos ayudarles en su gestión.
- No infravaloremos sus emociones, preguntémosles qué es lo que les preocupa, ayudémosles a encontrar respuestas a sus miedos. Enseñémosles a gestionar los riesgos, los cambios anímicos, la melancolía.
- Démosles protagonismo dentro de la familia, valoremos sus propuestas, escuchemos sus quejas con cariño. Compartamos actividades que fortalezcan nuestras relaciones.
- Abramos nuevos canales de comunicación, interesémonos por lo que les gusta, preguntémosles qué es lo que les preocupa.
- Acompañemos con toneladas de paciencia, serenidad y empatía. Con mucho sentido común y humor. Compartamos con ellos cómo nos sentimos cuando pierden los papeles, eduquemos des del respeto mutuo.
Querámosles cuando más lo necesitan, cuando más vulnerables son.
Artículo de Sonia Lopez, publicado en blog de MalasMadres
El impacto de las pantallas en la vida familiar durante el confinamiento.
Ya está disponible el estudio sobre «El impacto de las pantallas en la vida familiar durante el confinamiento», que ha sido elaborado por Empantallados junto a GAD 3.
Empantallados nos confirma que, durante el confinamiento, las pantallas han ayudado al 85% de las familias a hacer más actividades junto a sus hijos. Este estudio analiza el comportamiento de las familias durante la cuarentena basado en entrevistas online a una muestra representativa de padres y madres con hijos menores de 18 años, han agrupado los resultados en siete claves que analizan el uso y el impacto que han tenido las pantallas durante estos meses. Contamos con los datos para seguir aprendiendo y mejorando juntos. Descubre las claves y el análisis de diversos expertos en educación y salud, junto a los consejos de Empantallados que os ayudarán a seguir recorriendo el camino tan apasionante que nos ofrece cada día el mundo digital. |
Realizado por empantallados.com y GAD3, con el apoyo la Comisión Europea, para el que se realizaron entrevistas online a una muestra representativa de padres y madres con hijos menores de 18 años, en España.
#1 Esta es la primera parte del Estudio sobre el impacto de las pantallas en la vida familiar, durante las próximas semanas compararemos los datos del periodo de cuarentena con la percepción general previa a la cuarentena y contaremos con expertos que nos ayudarán a mejorar la gestión de las pantallas en casa.
El estudio recoge los principales datos en torno a las siguientes 7 claves:
#1 El entretenimiento digital de los menores ha aumentado considerablemente: de lunes a viernes, los más pequeños las utilizan a diario durante casi cuatro horas, un 76% más que antes del confinamiento. El fin de semana, la media es de cinco horas al día, lo que supone un aumento del 33%.
#2 La mayoría de los entrevistados (el 59%) piensa que está mucho más unido a sus hijos que antes del inicio del confinamiento.
#3 Las pantallas han creado nuevas oportunidades.
«Debemos afrontar la nueva normalidad con más destrezas como padres para hablar con ellos de lo que les inquieta y les preocupa». María Zalbidea. Analista de tendencias digitales.
El 85% de los padres y madres reconocen que las pantallas han creado nuevas oportunidades para hacer cosas con sus hijos, como ver películas o jugar juntos.
“No podemos permitir que todo el tiempo libre de los hijos e hijas quede reducido a pantallas”. Silvia ÁlavaPsicóloga educativa. Doctora en Psicología clínica y de la salud.
#4 Conflictos causados por las pantallas durante la cuarentena.
“El mejor control parental siempre vamos a ser los padres y madres estando presentes y disponibles para los hijos.” María Salmerón. Pediatra y Doctora en Medicina.
El 25% cree que la tecnología ha aumentado los conflictos con los hijos. Y cuatro de cada diez padres opinan que necesitan crear hábitos de desconexión.
#5 Es el momento de hablar con tus hijos sobre tecnología.
“Hay que ser capaces de moderar nuestro consumo de noticias para tener una versión equilibrada de lo que está pasando” Gustavo Entrala. Experto en Innovación y Branding.
El 67% de los padres afirman que este tiempo ha sido una oportunidad para hablar con sus hijos sobre cómo hacer un uso saludable de las pantallas. Más del 80% de los padres y madres de hijos adolescentes afirma haber hablado con ellos sobre bulos y fake news.
“Es un buen momento para conocer y conectar con lo que les gusta a los hijos. A partir de ahí podremos introducir pautas que les ayuden en su bienestar digital”. María Zalbidea Analista de tendencias digitales.
#6 Riesgos y preocupaciones en educación digital.
El análisis“Para cuidar la vista en casa es importante la iluminación, la distancia adecuada de la pantalla y hacer pausas”. José María Herce. Óptico optometrista.
La relación con desconocidos, el acceso a contenidos inadecuados y el ciberacoso son los peligros que más preocupan a los padres. Respecto a los efectos de un uso indebido de la tecnología, la pérdida de salud ocular y el insomnio son los elementos que más inquietud les producen.
#7 La educación tras el COVID-19.
El análisis“La mitad de los padres y madres han tenido que comprar dispositivos para las tareas escolares de los hijos”. Narciso Michavila. Presidente de GAD3
Seis de cada diez padres (59%) han mejorado su opinión sobre la educación online. El 85% cree que, a partir de ahora, se hará un mayor uso de la tecnología en el entorno escolar. El 77% considera que llevará a una actualización del profesorado.
Fuente: Artículo de Empantallados.
Empantallados.com es una plataforma digital para ayudar a padres y madres a aprovechar la tecnología como una oportunidad más para educar. Empantallados publica artículos, entrevistas a expertos, tests, y recursos descargables para acercar a los padres y madres al mundo de sus hijos. La herramienta también cuenta con una newsletter a la que los usuarios pueden suscribirse a través de la web y perfiles en las principales redes sociales.
GAD3 es una consultora de investigación social y de comunicación con sede en Madrid y proyección internacional. Cada año realiza decenas de estudios, analizando la sociedad en sus distintas facetas: educación, empresa, cultura y análisis electoral, entre otras áreas.
Aprender de esta experiencia.
Esperando que las cosas cambien
Hay personas que pasan su vida esperando que las cosas cambien o que otros cambien. ¿Cuántos pensáis que os sentiríais mejor si la situación o las personas fueran distintas?
– “si este virus no fuera una pandemia yo podría …”
– “si no estuviéramos encerrados en casa yo haría …”
– “la de cosas que tendría si pudiera trabajar…”
Y ¿por qué pensamos de esta manera? ¿Por qué tenemos este tipo de pensamiento condicionado a algo externo?
Pues porque nos educaron así. Nos educaron con modificación de conducta, con herramientas de influencia e impacto externo y muchos repetimos este modelo de control y corrección de forma automática.
Pongo un ejemplo: en las familias con hijos, los padres, con nuestra mejor intención, queremos modificar la conducta de los hijos, y cuando no lo conseguimos y la situación nos supera, recurrimos al enfado y la queja. Otro ejemplo, en el trabajo, los jefes quieren y necesitan mantener un control sobre el desempeño y conducta de los empleados, y si no lo logran, la reacción es la misma que la de los padres con los hijos.
¿Dónde quiero llegar con esta introducción? Me gustaría que reflexionarais conmigo. Si ahora estamos estrenando una nueva situación que nos instala continuamente en la queja, que hace que nos sintamos vulnerables e inseguros, activando continuamente nuestra alerta emocional y física y si pensamos que la única solución es que las circunstancias cambien; la lectura que hace nuestro cerebro es que nosotros no podemos hacer nada, que estamos en manos de los demás y las circunstancias. Y aunque en cierta medida es así, nos tenemos que preguntar dónde queda nuestra posibilidad de cambio, adaptación y mejora.
Cultivemos la Gran Parcela del Poder
Pues tengo buenas noticias para vosotros; la filosofía de vida de la Disciplina Positiva nos dice que todos tenemos una “Gran Parcela de Poder”, cada uno la nuestra, más o menos grande o pequeña, pero nuestra. Sobre ella decidimos, actuamos y además podemos hacer crecer. Así que ¡cultivémosla!
“Podemos cambiar nuestra vida y la actitud de las personas que nos rodean simplemente cambiándonos a nosotros mismos” Rudolf Dreikurs.
Cuando leí por primera vez esta frase, hace ya años, en un primer momento me pareció vacía de significado y de poco valor. Ahora entiendo por qué; porque yo también me sentía así. ¿Cómo alguien tan pequeña e insignificante como yo podía tener influencia en nada ni en nadie?
Pero cuando fui madre está frase comenzó a tener un sentido real y empezó a hacerse poderosa, tal y como lo es hoy día para mí. Me di cuenta de que mi actitud, mi forma de sentir y de vivir, repercutía y resonaba directamente en mi entorno: hijas, marido, hogar… Fue entonces cuando fui consciente de mi “Gran Parcela de Poder”. Y empecé a cultivarla, a trabajarla, a sembrarla con tiempo de observación, a hacer prácticas en ella. De esta forma comencé a conocerme más y mejor. Y experimenté como esta parcela crecía y cómo mi actitud hacía cambiar el comportamiento y la energía de las personas que me rodeaban; tanto en el trabajo con mi jefe y mis compañeros de oficina, como también con mis amigas e incluso con alguno de mis vecinos.
Aprendí a salir de la queja no dejando puesto el piloto automático, aprendí a tomar las riendas de mi vida sin esperar que las cosas cambiasen solas, y sobre todo aprendí que el cambio, inevitablemente, empezaba en mí.
Os invito a que observéis y cultivéis vuestra “Gran Parcela de Poder”, que calculéis sus metros cuadrados, que midáis su poder de influencia, que analicéis la actitud y energía que desprende y a cuántas personas alcanza.
No sigáis esperando que las cosas cambien, recordad que EL CAMBIO ESTÁ EN CADA UNO DE NOSOTROS.
Este post está publicado en Dedalo Cominucación y escrito por Sonia Martín, Educadora y formadora en Desarrollo Personal. Facilitadora de las metodologías: Coaching por Valores, Lego Serios Play y Disciplina Positiva. Socio-Fundadora de EquipoEduca.
Feliz día de la Familia
El Día Internacional de la Familia fue instituido por la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) en Septiembre de 1993, y se celebra todos los años el 15 de mayo, que coincide con la festividad de San Isidro.
El objetivo de celebrar el Día Internacional de la Familia cada año es crear conciencia sobre el papel fundamental de las familias en la educación de los hijos desde la primera infancia, y las oportunidades de aprendizaje permanente que existen para los niños y las niñas y los jóvenes.
En estos días, con esta situación anómala e irregular, estamos viviendo en el hogares una estrecha relación entre los miembros más cercanos de la familia. Esta situación nos ha forzado a compartir más tiempo en familia, pudiendo encontrar algunas dificultades en la convivencia familiar que aumentan las probabilidades de que aparezcan disputas, conflictos, discusiones y malentendidos.
Darnos cuenta de estas situaciones más problemáticas nos ayudan a identificar cuales pueden ser nuestros puntos débiles como familia y reconocerlos como oportunidades de aprendizaje y mejora.
Estos retos diarios nos invitan a practicar:
- el respeto mutuo
- la flexibilidad
- mejorar la comunicación
- la empatía
- la escucha verdadera
- reconocer las necesidades de los demás
- en definitiva, aprender juntos habilidades de vida para así subsanarlos y garantizar una convivencia agradable y llevadera.
Hoy que celebramos este día tan especial, es el momento de reflexionar como podemos mejorar nuestra convivencia en casa y ser mejores personas y mejor Familia.
Esta conmemoración debería celebrarse todos los días, para dar gracias a todos y cada uno de los miembros que componen nuestra Familia, porque la Familia es el lugar donde aprendemos a crecer como personas encontrando la protección y seguridad que necesitamos para desarrollarnos plenamente como seres humanos.
Gracias Familia por estar siempre apoyándome 🙂
Escucha tus tripas. También ahí hay neuronas que rugen.
Pensamos también con las tripas
por Pilar Jerico |
“Si le digo a mi jefe lo que pienso, seguramente tendré que echar algún curriculum”, “si le digo algo agradable a mi pareja, me sonreirá” y “si me pongo hecho un basilisco con el guardia de tráfico, me pondrá más de una multa”. Los anteriores son ejemplos de cómo construimos nuestra propia sabiduría personal en base a nuestra experiencia. Según Larry Squire, de la Universidad de San Diego, toda esa información se almacena en los ganglios basales, una red nerviosa muy primitiva de nuestro cerebro, de tamaño de una bola de golf. Pues bien, para saber qué deseamos realmente, necesitamos que los ganglios basales se expresen y estos, curiosamente, tienen un teléfono rojo con nuestras tripas. Por eso, cuando conocemos a alguien y nos da “mala espina” lo sentimos en el estómago, porque es una expresión de nuestros ganglios basales que nos avisan. Las tripas no son oradores profesionales que hablen con palabras encima de un escenario, pero se expresan a su modo y lo interesante es escucharles. Pero aún hay más.
Nuestro sistema digestivo es el segundo cerebro, según Michael Gershon, profesor de Anatomía de la Universidad de Columbia. Alrededor de nuestro aparato digestivo está el sistema nervioso entérico, que contiene 100 millones de neuronas, una milésima parte de las del cerebro (por cierto, el corazón es otro órgano “pensante” más pequeñajo con solo 40.000 neuronas). El 90 por ciento de nuestra serotonina, el famoso neurotransmisor de la felicidad y del bienestar, se produce y se almacena en el mismo sitio, el intestino.
En definitiva, en Occidente hemos pensado que el ser humano es un inmenso cabezón y que el cuerpo, simplemente, es el soporte para sostenerle, además de para estar guapos y demás funciones “menores”. Ya es hora de cambiar este punto de vista, escuchar cada vez más lo que nos dice nuestro cuerpo y ser honestos con nuestro deseo genuino. O dicho de otro modo, date el permiso de decirte a ti mismo: “Lo quiero porque me sale de las tripas”.
La determinación la encontramos cuando somos capaces de alinear nuestros tres ejes: nuestra mente, nuestras emociones y nuestros instintos (que se expresan muchas veces en las tripas). Pero es en este último donde habita la fuerza; de ahí que tengamos que prestarle atención. Y si alguno de los tres falla, nos sentimos sin esa energía para conseguir nuestros sueños o hacemos cosas que luego nos arrepentimos (si siguiéramos solo al instinto posiblemente seguiríamos viviendo en los árboles). Por ello, la clave para saber qué queremos está en el equilibrio de los tres ejes y sobre todo en invitar a nuestro olvidado instinto al terreno de juego. Él también tiene que opinar.
Escucha tus tripas. También ahí hay neuronas que rugen.
Basado en el libro: “¿Y si realmente pudieras? La fuerza de tu determinación”
Aprender de esta nueva situación
La siguiente frase la releí hace unos días y me resonó internamente. Y me pregunté ¿Qué he aprendido estos días de cuarentena? ¿Qué he aprendido de esta prueba de vida? ¿Qué se puede aprender de esta nueva situación?
“La escuela, te enseñan una lección y luego te ponen una prueba.
La vida te pone una prueba y luego aprendes la lección.”
Tom Bodett
He aprendido que soy muy vulnerable física y emocionalmente.
Durante muchos días, semanas, he vivido una parálisis mental y emocional. No quería pensar, no quería sentir. Y en ese estado de trance, recordé una de las reflexiones de mi mentor Matti Hemmi, ¿qué ocurre si no piensas?
Pues, paradojicamente para mí, si no pienso dejo espacio a la escucha, no sólo a la escucha externa, sino también a la escucha interna que tanto me cuesta hacer. Puedo escucharme, puedo escuchar mi cuerpo, y reconocer si tengo molestias físicas; en la cabeza, en el estómago, en las articulaciones, que, inevitablemente, puedo relacionar con mis emociones.
Esos ligeros dolores de cabeza que me hablan de mi angustia y ansiedad, esos retortijones espontáneos que me recuerdas mis miedos, y esa presión en el pecho y la garganta que ahogan mi tristeza.
En estos días he aprendido a esperar, a reconocer que necesito tiempo para reflexionar, tiempo para mí; tiempo para entenderme, para cuidarme, para quererme, y que esta situación me está brindado la oportunidad de plantearme qué quiero, cómo lo quiero y para qué lo quiero.
La vida me ha puesto a prueba, como a muchos de vosotros, y aunque llevo catorce años recibiendo e impartiendo lecciones de Desarrollo y Crecimiento Personal, y acompañando a otras personas en su proceso y transformación personal, sigo aprendiendo todos los días nuevas herramientas, técnicas y habilidades para ser mejor persona y mejor profesional.
Estoy aprendiendo cómo quiero vivir mañana.
Y tú, ¿has tenido tiempo de pensar, de sentir, de aprender? ¿Crees que es un buen momento para hacerlo?
Te invito a que:
Reflexiones sobre lo que has aprendido de esta “Lección de Vida”, y sueñes como quieres ser y vivir mañana. 😉
Cómo funciona el cerebro de los adolescentes.
Saber que sucede en su cerebro resulta de utilidad para comprender sus cambios de conducta, su atracción al riesgo, su falta de reflexión en la toma de decisiones y su impulsividad.
La adolescencia es la etapa del desarrollo en la que se da la transición hacia la vida adulta y se caracteriza por un ritmo acelerado de crecimiento. Durante este tiempo se suceden una serie de cambios neurológicos, cognitivos y socioemocionales, además de una maduración física y sexual. Todas esas experiencias incluyen la transición hacia la independencia social y económica, el desarrollo de la identidad, un aumento del egocentrismo, la adquisición de las aptitudes necesarias para establecer relaciones en los grupos y la práctica de roles.
Esta etapa asusta a muchas familias, sin embargo, no debería ser visto como un momento problemático, sino como un periodo de adaptación a la vida social como adultos, y representa una maravillosa oportunidad para el desarrollo de la personalidad y la evolución de los seres humanos. El adolescente es un ser muy sensible y sumamente adaptable, que se prepara para abandonar la seguridad del hogar e integrarse en el mundo exterior, y este es un entrenamiento lento y constante, en el que a veces tiene éxito y a veces no. Recordemos que los seres humanos aprendemos por el método de ensayo y error.
Cuando, como adultos, observamos la conducta de un adolescente, muchas veces no conseguimos entender por qué se comportan así. Esto sucede porque buscamos las causas únicamente en el medio social y cultural, ignorando los cambios que experimenta el cerebro con la irrupción de la pubertad y las influencias hormonales.
¿Cuánto dura esto?
«Esta es la pregunta que, con más frecuencia, me plantean los padres y madres de adolescentes en mis talleres y es que la mayoría de ellos desconocen tres cuestiones que, a mi entender, son importantes. La primera de ellas es que la adolescencia es una etapa, y como tal, no dura toda la vida, aunque a algunos, se les haga interminable. La segunda es que no saben cuándo comienza, tan solo advierten algunos cambios de conducta en sus hijos e hijas pero, a menudo, lo interpretan como algo que está fallando «¡con lo bien que iba todo…!», y por último, todos padecen una especie de amnesia y no recuerdan que ellos también pasaron por esa etapa de la vida.
Con respecto al comienzo de la adolescencia, aunque esta sociedad se empeñe en adelantarla cada vez más, podemos decir que comienza entre los 11 y los 13 años, con una variación dependiendo del sexo, ya que los estudios confirman que las niñas comienzan y acaban el proceso de maduración un poco antes que los niños, pero cuidado, no podemos pensar que una niña de ocho o nueve años es una preadolescente o una adolescente es tan solo una niña, a pesar de la hipersexualización a la que se ven cada vez más sometidas.
¿Cuándo finaliza?
Entre los 19 y 21 años, aunque algunos psicólogos afirman que a los 25. Por lo tanto, dura una media de ocho años, existiendo una diferencia por sexo. Se trata por tanto, de una etapa un poco larga, sobre todo si carecemos de herramientas para una comunicación efectiva y una convivencia sana. ¿Recuerdas cuándo eras adolescente? ¿eres capaz de reflexionar sobre alguna cosa que hiciste durante esa etapa y que nunca le contaste a tus padres? Recordar tus años de adolescente te ayudará a calmar un poco las preocupaciones y a recobrar la confianza en tu hijo.
Qué ocurre en el cerebro durante este proceso?
La maduración cerebral: aunque el cerebro se desarrolla de manera gradual durante la infancia es, al final de esta cuando alcanza su tamaño máximo. Por lo tanto, se llega a la adolescencia con el cerebro prácticamente desarrollado pero falta la última fase, la maduración. Es la base del cerebro adulto. Este es un periodo donde se produce una extraordinaria reorganización cerebral, comparable a los tres primeros años de vida, por tanto, los cambios más importantes no están relacionados con el desarrollo cerebral, si no con un proceso de reorganización de las diferentes regiones cerebrales que mejora la comunicación entre las mismas. Es la base del cerebro adulto, donde empieza a formarse la identidad.
Se trata de un proceso biológico que está fuera de su control y que la doctora en Educación y terapeuta Jane Nelsen, identifica con el proceso de individualización. Este se caracteriza por una serie de cambios en la conducta de nuestros hijos que, todos los padres y madres de adolescentes, somos capaces de identificar…
Los adolescentes tienen la necesidad de descubrir quiénes son.
- Atraviesan por enormes cambios físicos y emocionales (Un día no paran de hablar y al día siguiente se limitan a contestar con monosílabos).
- Exploran y ejercitan su poder personal y su autonomía. Necesitan sentir su poder e importancia en el mundo. Dirigir, sin ser dirigidos.
- La relación con los amigos tiene prioridad sobre las relaciones familiares. Necesitan construir relaciones con personas de su misma edad. Por tanto, empezarán a querer desmarcarse de los planes familiares.
- Tienen una gran necesidad de privacidad. Sobre todo dentro de su entorno familiar.
- Se trata de una etapa en la que subestiman a los padres, que pueden llegar a convertirse en «una vergüenza» para ellos («No me dejes en la puerta», «No me des la mano», «No me beses»).
- Se ven a sí mismos como omnipotentes y sabiondos.
El proceso de indvidualización a menudo parece rebeldía a los ojos de los padres. Esta es la causa principal por la que muchos padres reaccionan en lugar de actuar de forma reflexiva y auto modelando.
En mi opinión, este es un momento decisivo en la crianza de nuestros hijos ya que va a afianzar el patrón educativo que hayamos empleado con ellos hasta ahora. Si, hemos sido muy autoritarios, puede que se distancien, se vuelvan dependientes emocionalmente o bien se vean incapaces de madurar, ya que carecerán de habilidades para hacer sus propias decisiones. Si por el contrario, fuimos permisivos, se verán muy perdidos, sin límites e inseguros. Por tanto, esta etapa quizá nos remueva la conciencia y seamos conscientes de la necesidad de cambiar nuestro estilo educativo, lo que no implica cambiar de valores.
Las terapeutas, Jane Nelsen y Lynn Lott, afirman que los padres avivamos las llamas de la rebeldía de los adolescentes cuando:
- No comprendemos, respetamos o apoyamos el proceso de individualización.
- Tomamos este proceso, como algo personal («Con todo lo que he hecho por ti…»)
- Nos sentimos culpables. (En Disciplina Positiva siempre decimos que no es cuestión de culpabilidad sino de responsabilidad).
- Nos asustamos de los errores de nuestros hijos. (Cuando es inevitable que los cometan. Y no solo ellos, nosotros, como padres, también).
- Tratamos de impedir la individualización a través de la culpa, el castigo, la humillación, la sobreprotección o la negligencia.
- Pensamos que la forma en la que se comportan nuestros hijos será para siempre.
- No respetamos el hecho de que nuestro hijo sea diferente y pueda elegir un estilo de vida con el que no estemos de acuerdo.
Se trata por tanto, según las terapeutas, de dejar de ser el piloto y convertirse en el copiloto. No importa si te dicen constantemente que les dejen en paz, necesitan tu apoyo y sentir que estás a su lado.
Artículo de: *Yolanda Alfonso Arias. Socióloga y Educadora de Disciplina Positiva de Familias y de Aula
Los padres somos los primeros ‘influencers’ de nuestros hijos
«Los progenitores deben dar ejemplo y vivir sin estar enganchados a las redes sociales y a las recompensas que generan los ‘likes'»
Las madres y padres tememos a la adolescencia de nuestros hijos. Más aún después de ver el primer capítulo de Euphoria. Cualquiera diría que nosotros fuimos adolescentes hace no tanto. O tal vez la temamos precisamente por eso, por ese conocimiento que nos otorga la experiencia de haber sido adolescentes; y también, cómo no, por todos los adjetivos terroríficos con los que acompañamos a esta etapa vital. «Llevo 40 años trabajando con adolescentes y siempre vemos en ellos un problema y no un adolescente», reflexionaba en una entrevista el psicólogo, educador y periodista Jaume Funes. Sucede algo parecido con los «terribles dos años». Con la expectativa que genera el adjetivo uno no puede más que esperarlos con el cuchillo de juguete entre los dientes, armado de paciencia para una «guerra» doméstica que, en la adolescencia, si no sabemos gestionarla, puede tener más de guerra en su significado literal, con gritos, caos y trincheras levantadas tras las puertas de las habitaciones.
Como padres tenemos que ser para nuestros hijos adolescentes, pero también en cualquier otra etapa vital, como puertos de aguas calmas que los acogen y los ayudan a reponerse cuando llegan de sus travesías con las emociones agitadas. El problema es que muchas veces no solamente no sabemos calmarlos, sino que nuestros propios desajustes emocionales desatan o multiplican los suyos», afirma la pedagoga Eva Bach, que acaba de publicar junto a Montse Jiménez, profesora de secundaria experta en innovación tecnológica, Madres y padres influencers (Grijalbo).
Con el concepto de influencers, las autoras quieren destacar el potencial de madres y padres como ejemplo para sus hijos, ya que en opinión de Bach nuestra capacidad de influencia «es mucho más poderosa que ninguna y de lo que creemos». No en vano, como se encarga de destacar la experta, nosotros, las madres y padres, «somos los primeros influencers» de nuestros hijos.
El problema es que no siempre somos el mejor ejemplo. Y si creemos serlo, muchas veces nos falta capacidad para comunicarnos con nuestros hijos, no somos capaces de trasladarles el mensaje sin que suene a bronca o a charla vomitada desde un púlpito de superioridad. Por eso, las autoras invitan en el libro a aprender de los jóvenes y de sus ídolos, de esos influencers en el sentido literal de la palabra a los que siguen con devoción, ante nuestro asombro y desconcierto, en YouTube o Instagram.
«En el mundo de los influencers hay de todo, pero en general hay dos aspectos fundamentales de los influencers que nos iría muy bien practicar. Por una parte, deberíamos siempre buscar contextos adecuados en los que hablar con nuestros hijos con naturalidad y sin tabúes ni miedos de los temas que les interesan y les preocupan. Otro aspecto muy interesante es el tipo de comunicación. Los influencers utilizan un lenguaje fresco y natural, un tono vital y optimista. Invertir en una comunicación fluida con nuestros hijos e hijas, es invertir en su propio proyecto de vida», argumenta Montse Jiménez.
un aspecto en el que, por regla general, los padres y madres erramos en nuestro papel de influencers con nuestros hijos, adolescentes o no, es en el tecnológico. En un mundo de pantallas, redes sociales y egocentrismo desmedido les pedimos a ellos lo que nosotros no somos capaces de hacer: vivir sin estar enganchados a ellas y a las recompensas que nos generan en forma de likes.
Para Eva Bach nuestro trabajo como padres influencers pasa por aprender a congeniar «de una manera inteligente, ética y saludable» las dos realidades que definen el mundo actual, la presencial y la virtual, ya que prescindir de una de ellas «supondría ir cojos por la vida y el futuro». En ese sentido, Montse Jiménez recuerda que las redes sociales conectan a los jóvenes a la vida, a la comunidad, a su grupo y a lo que les interesa, pero que también pueden desconectarlos de la realidad: «Hay que educar y acompañar en diferentes parámetros como, por ejemplo, en la gestión que hacen los adolescentes del tiempo. Las redes sociales no pueden absorber ni sustituir los tiempos imprescindibles (de desconexión, de actividad física, de juego, de sueño…) para el desarrollo de la persona. Y por encima de todo hay que educar en aspectos fundamentales como el autocontrol, la responsabilidad o la autoestima».
Y educar pasa necesariamente para Montse Jiménez porque los padres se «involucren» en los procesos de cambio provocados por la aparición de nuevas tecnologías y nuevas formas de comunicación. «No podemos ser meros espectadores de las transformaciones que vivimos y limitarnos a esperar para aplaudir o lamentar. Involucrarse activamente implica estar atento a lo que llega, seguramente despojarse de lo que hasta ahora había y abrir mente y corazón a nuevas maneras de entender el mundo. No se trata de rechazar sino de escuchar, empaparse de la realidad y empatizar para poder guiar. ¿Qué ven nuestros hijos/as? ¿Cómo se comunican? ¿Qué buscan?», reflexiona la miembro del equipo de innovación, comunicación y formación de la red de centros Vedruna Catalunya Educació.
Un ejemplo de esa invitación a los padres a implicarse, a involucrarse en el mundo digital, es el título del primer capítulo de Madres y padres influencers, Actualiza tu app: «Es fundamental que las madres y padres conozcamos no solo las apps que utilizan nuestros hijos, sino también a los influencers que siguen, los youtubers o instagrammers que les gustan, las páginas que frecuentan. Todo ello nos da pistas de lo que buscan en las redes y en las pantallas».
Tras encuestar a más de 1500 adolescentes para dar forma al libro, Eva Bach y Montse Jiménez tienen respuesta a esa duda: los adolescentes buscan entretenimiento y diversión, consejo sobre moda y tendencias, pero también buscan puntos de vista y opinión sobre los grandes temas que les preocupan, que no dejan de ser grandes temas de la vida: relaciones personales, amor y enamoramiento, orientación sexual, autoimagen y autoconcepto, igualdad de género, etc.
«Esos temas deberían formar parte de las conversaciones con nuestros hijos. Conocerlos nos da pie a poder conversar con ellos y compartir dudas y puntos de vista para poder guiarles», concluye Jiménez.
Artículo promocional del libro: Madres y padres influencers (Grijalbo).
¡Bienvenido al Club! con Mario Alonso Puig
¿Tenéis dudas respecto a la educación de vuestros hijos?
¿Tenéis dificultades?
¿Os sentís perdidos e inseguros?
Pues….¡Bienvenidos al Club!
Así comenzó Mario Alonso Puig la conferencia que llevaba por título
“En todo ser humano hay grandeza.
La educación debe hacerla florecer”
Mario Alonso Puig
En este encuentro de reflexión, “CCtalks” organizado por el Colegio CEU San Pablo Claudio Coello, pudimos entender, bajo la dirección de Mario, que ningún ser humano está llamado a vivir en la mediocridad, y que como padres y educadores podemos contribuir a que el potencial de nuestros hijos y alumnos se despliegue a través de la Educación para que conecten con su potencial y sean capaces de ver oportunidades desarrollando las habilidades personales que necesitan para “leer el presente” y “vivir el futuro”.
También nos planteaba, en su discurso, que el reto que tenemos en este entorno cambiante y disruptivo es “estar despiertos”, con los ojos abiertos, y que nada nos impida ver las oportunidades. Para ello, es muy importante la continua formación de los padres y los docentes, para aprender a crear entornos de aprendizaje y reflexión, donde los hijos puedan equivocarse y volver a intentarlo.
“Los padres actuamos y decidimos con nuestra mejor intención,
pero por desgracia no siempre obteniendo los mejores resultados”
Por eso, “no se puede dejar al azar la educación de los hijos,
nos tenemos que preparar como educadores suyos”
Mario Alonso Puig
Por eso, te proponemos el Programa Familias que Educan en Equipo para aprender a acompañar a tus hijos, facilitándoles el entorno que necesitan para que desarrollen todo su potencial.
Contacta en soniamartin@equipoeduca.com y te informamos de fechas para este mes.
Educar en amabilidad y generosidad
“No le pegues a tu hermanito”, “Debes compartir tus juguetes”, “Acompaña a tu hermano para que no vaya solo”. Un sinfín de frases como estas son las que comúnmente los padres decimos a los hijos, con el propósito de enseñarlos a ser personas amables y generosas. Sin embargo, aunque los niños suelan escucharlas muy a menudo, no logramos que ellos comprendan el verdadero significado de la amabilidad.
Con ello, lo único que estamos enseñándoles es a seguir una orden o corregir alguna mala conducta, para así resolver una situación de manera fácil e inmediata, evitando consecuencias mayores como la violencia física (golpes) en algunos casos; olvidándonos que la amabilidad no solo se trata de solucionar enfrentamientos con los demás, sino de inculcar un espíritu humanitario.
“la amabilidad no solo se trata de solucionar enfrentamientos con los demás,
sino de inculcar un espíritu humanitario”
El reto de la crianza
Sabemos que una de las características básicas para que nuestros hijos sean personas amables, es fomentar el aprendizaje de las palabras mágicas, decir “gracias, por favor y perdón”, en cualquier contexto de la vida cotidiana, pues es fundamental para que ellos sean más sociables. Pero no garantiza que muchos de sus comportamientos o conductas sean realmente amables.
Por ello, para lograr nuestro objetivo es necesario aplicar unas rutinas familiares que deben realizarse diariamente, como por ejemplo:
1 Ponerse en los zapatos del otro
Se trata de ser empáticos, de sentir y entender el dolor o sufrimiento de las personas que nos rodean, para así ayudar y apoyar. La mejor manera para que tus hijos comprendan sobre la empatía y sean más amables, es con el ejemplo que reciben en casa.
“Hoy no tuve un buen día, ¿quieres escuchar lo que me pasó?”. Si tú hablas con tus hijos sobre tus sentimientos, emociones y experiencias de vida; lograrás que ellos aprendan a entenderte, y por lógica serán más comprensibles contigo, ayudándote a sentirte mejor. Tal vez, te ayuden a encontrar soluciones para resolver un problema, o traten de animarte con sus tiernos besos y abrazos.
2 Una pausa familiar
Los especialistas recomiendan sintonizarse con el mundo que nos rodea para tener bienestar y sentirnos felices. Cuando tomas una pausa familiar para disfrutar unos momentos de risa con tus hijos, ofreciéndoles tiempo de calidad, se fortalece el vínculo afectivo que tienen como familia, haciendo que ellos valoren más la convivencia.
No me refiero a realizar una reflexión todos los días, sino de compartir un desayuno con ellos, incluso levantarse más temprano para tener esos minutos más para conversar o para dormir juntos en la misma cama antes de irse a la escuela, etcétera.
Cada experiencia que pasen juntos en familia será significativa para tus hijos, dejándoles un gran aprendizaje de vida, olvidando los grandes agobios que viven en el exterior, dando valor a la unión familiar. Por lo tanto, estarás formando personas amables que disfruten cada momento como único, especial e inolvidable, puesto que la amabilidad se aprende en familia.
3 Frases que cambian
Investigaciones afirman que enseñar a los hijos a hablar y pensar positivamente sobre sí mismos mejora su autocompasión y su comportamiento social. Por ello, es importante reforzar algunas frases poderosas que transformaran su manera de ser y de socializarse con los demás.
Por ejemplo: “tu amabilidad es tu mejor fortaleza”, “me enorgullece que trates a los demás con cariño, respeto y humildad”, “arreglar los errores significa que estás aprendiendo”.
4 ¿A quién ayudo hoy?
Podemos enseñar a los hijos a ser responsables y al mismo tiempo ser amables, con el simple hecho de delegar funciones a cada miembro de la familia, haciéndoles comprender que todos necesitamos ayuda para cumplir con una meta o propósito; se trata de trabajar en equipo.
Involucra a tus hijos participando con las tareas del hogar; incluso, puedes motivarlos para que comenzar el reto o juego que se llama «¿Quién puede ayudar más en casa o quien puede ayudar a otros?»
5 Esfuerzo voluntario
Una de las mayores satisfacciones que podemos sentir en plenitud es ayudar a otros, sobre todo a los más necesitados. Si deseas que tu hijo aprenda el valor de la amabilidad rápidamente y de manera sencilla, motívalo a participar en alguna asociación sin fines de lucro. Por ejemplo, en algún lugar que se dedique a la adopción de perros o gatos, una institución para ayudar a cuidar el medio ambiente, entre otros.
6 Desarrollando la creatividad e imaginación
La lectura es una herramienta maravillosa para desarrollar la empatía, la compasión y la comprensión del mundo con los demás. Por lo tanto, es importante fomentar este hábito y hacerlo como parte integradora familiar. Elige cuentos, historias o noticias, donde los valores morales de los personajes principales resalten en sus aventuras.
7 Buena actitud
Tratar de encontrar el lado positivo de las situaciones difíciles de la vida, es un poco complicado de hacer, pero no imposible. Tal vez te preguntes ¿por qué hay tantas personas en la pobreza o por qué las personas son crueles?
No podemos cambiar el mundo como si tuviéramos una varita mágica, pero podemos contribuir poco a poco para que las personas que nos rodean sean más felices y encuentren paz en sus corazones. La idea es pensar positivo, ver las situaciones difíciles como aprendizajes de vida.
La raíz de la amabilidad se aprende en familia; si quieres que tus hijos sean amables fomenta en ellos el hábito de la empatía, de trabajar en equipo, de ayudar a los que les rodean.
«Recuerda que parte de la crianza es fomentar valores y aplicarlos diariamente».
Escrito por: Adriana Acosta Bujan que estudió comunicación, es madre de un adolescente, y actualmente se dedica a la enseñanza e investigación a nivel universitario en Puerto Vallarta. Publica sus escritos esperando que ayuden a las personas que leen sus útiles vivencias.
Publicado en: Familia.com
Regalos que no tienen precio, ¡son gratis!
La Navidad es una época que tiene sus propias características. De repente las calles se llenan de gente, de bullicio y de luces de colores. Nos felicitamos entre nosotros y nos dedicamos sonrisas y frases amables con las que transmitimos nuestros mejores deseos. Es como si, de repente, la atmósfera que nos envuelve se transformara y nos invadiera un espíritu de paz y armonía que desgraciadamente suele pasar con la misma velocidad que pasan los días.
El colofón de todas estas fiestas y celebraciones es la noche y el día de Reyes. Sin lugar a dudas ambos son mágicos porque de Oriente vienen Melchor, Gaspar y Baltasar cargados de regalos para repartir entre niños y no tan niños. Son regalos especiales porque cumplen con los deseos que hemos manifestado en nuestra carta.
Normalmente cuando pensamos en regalar o en pedir siempre nos referimos a cosas materiales. Estas son muy variadas: juguetes, libros, dispositivos electrónicos, ropa, perfumes y así un largo etcétera. Y no digo que no haga ilusión, porque cuando ves el árbol rodeado de regalos siempre te emocionas de pensar que seguro que los Reyes no se han equivocado y te han traído lo que has pedido, porque todos sabemos que ellos hacen magia.
Pero hay otros regalos que producen una enorme emoción y que dejan huella. Hablo de aquellos que no tienen precio, que son gratis, que no hace falta hacer una enorme cola para conseguirlos. Son regalos muy especiales porque nos hacen sentir bien, nos reconfortan y nos alegran, porque consiguen, en una palabra, hacernos felices.
No olvidemos regalar a los niños una sonrisa, tiempo, atención, escucha, un abrazo. Porque lo más importante y mágico de la Navidad no son las luces ni las celebraciones sino las emociones que despierta en nosotros.
Yo le he escrito a Gaspar, él ha sido siempre mi Rey favorito y este año le he pedido que la Navidad no se acabe, que todos los días del año sean Navidad para poder regalar y recibir regalos todo el año, pero de esos que no tienen precio y además ¡son gratis!.
Alimentación Saludable en las fiestas navideñas.
Cuidar nuestra alimentación es un objetivo que debemos tener en cuenta durante todo el año, pero es verdad que hay momentos y épocas como la Navidad en la que la mayor parte de las celebraciones se desarrollan entorno a la mesa. Esto supone que nos pasamos el día de celebración en celebración, ya sea con los amigos, los compañeros de trabajo o la familia.
¿Qué podemos hacer para no caer en los excesos? ¿Cómo podemos controlar lo que comemos?
Os vamos a ofrecer un resumen de la entrevista que realizamos a Mercedes Gállego, Técnico Superior en Dietética y Coach nutricional en la que nos da unos trucos y consejos para que cuando pasen las fiestas no nos llevemos un susto al subirnos a la báscula.
Así como nos habla también de lo importante que es educar y concienciar a los niños de la necesidad de llevar una alimentación sana y equilibrada.
¿Qué podemos hacer por nuestra alimentación?
Según Mercedes lo más importante es ser conscientes de lo que comemos, así como del tipo de alimentos que ingerimos para intentar que nuestra alimentación sea lo más saludable posible.
Concretamente y en lo relativo a la celebración navideña nos apunta que el objetivo fundamental de las diferentes celebraciones debe ser el estar reunidos y compartir momentos de encuentro con aquellos que queremos, ya sean familiares o amigos.
¿Cómo podemos involucrar a los más pequeños de la casa?
Os ofrecemos dos consejos:
- Hacerles partícipes tanto de la compra de los alimentos como de su preparación. Es una manera divertida de acercarles a la gastronomía.
- Tips para ayudarles a comer mejor las verduras, legumbres y pescados:
- Poner las verduras con otros alimentos que les gusten
- Preparar verduras en forma de pasta ( calabacín)
- Hacer hamburguesas de pescado o de legumbres
- Elaborar la pizza con verduras
- Cuidar las presentaciones
Trucos para evitar ganar esos kilos de más
- Acotar las celebraciones a los días señalados
- Compensar los excesos
- Poner entrantes saludables como son las ensaladas
- Utilizar los caldos y las cremas como primer plato
- Porciones pequeñas
- Limitar el consumo de bebidas calóricas
- No repetir
Seguro que con todos estos consejos vamos a disfrutar de una buena comida y también de la compañía de los que queremos haciéndolo de una forma mucho más saludable.
Te adjuntamos la dirección del blog de los hermanos Gállego para que puedas consultar más información sobre Alimentación Saludable. http://www.xn-nocuentescalorasconoceloquecomes-g7c.com/2018/12/help-llega-la-navidad-sugerencias-para.html#more
El tiempo no es oro, es vida
“El tiempo no es oro, es vida”
El valor del tiempo
El oro es un metal precioso, probablemente el más caro, por eso decir que “el tiempo es oro” es decir que es muy valioso, que no se puede desperdiciar ni malgastar, tampoco perder ni desaprovechar.
De ahí lo de “hay que aprovechar el tiempo” “tiempo malgastado nunca recobrado” o”tiempo que se marchó, pájaro que voló”. Porque además de valioso tiene otra característica y es, que no se puede recuperar. Por eso es tan importante saber en qué ocupamos nuestro tiempo, y mucho más cuando, si hacemos una reflexión nos damos cuenta de que el valor del tiempo va mucho más allá del que puede tener un metal precioso como el oro, ya que el tiempo es VIDA.
¿En qué invierto el tiempo?
Si pensamos en el tiempo como VIDA lo primero que tenemos que hacer es pensar en qué estamos invirtiendo nuestra vida, o más bien a qué dedicamos nuestra vida.
A diario estamos sometidos a una gran presión porque estamos rodeados de responsabilidades y obligaciones a las que debemos atender pero el ritmo tan vertiginoso al que nos vemos sometidos no nos deja a veces tomar conciencia de la cantidad de cosas que hacemos ni del tiempo que dedicamos a cada una de ellas.
Lo primero que debemos hacer entonces es conocernos, saber cuáles son nuestras necesidades y hacer una lista de aquellas cosas que son importantes en nuestra vida. Ello nos dará una idea de lo que está ocupando nuestro tiempo y de cómo lo podemos repartir entre las diferentes tareas y actividades.
Seguro que si piensas en las cosas que haces y cuantificas el tiempo que necesitas para realizar cada una de ellas te darás cuenta de que puedes reajustar y optimizar tu tiempo.
Organizar mi tiempo me hace sentirme bien
No hay nada mejor cuando has acabado el día que pensar que has hecho todo lo que tenías que hacer y que has cumplido con todas tus obligaciones.
Pero esto seguro que no siempre ocurre, a veces tenemos la sensación de que frente a nosotros hay una enorme montaña de cosas y que no somos capaces de enfrentarnos a ella. Podríamos decir que nos sentimos desbordados o superados.
No existen las recetas mágicas, pero tal vez repasar el decálogo de gestión del tiempo nos ayude y nos de ideas de cómo poder empezar a organizarnos mejor para aprovechar más el tiempo.
Decálogo de gestión del tiempo:
Define tus objetivos
Planifica tus actividades
Asigna tiempo a cada una de ellas
Comienza por la más importante
Concéntrate solo en una actividad
Acaba lo que comienzas
Aprende a decir no
Delega
Hazlo ya
Tómate tu tiempo
Seguro que si lo cumples te vas a sentir mucho más feliz, porque al fin y al cabo no solo estamos hablando de tiempo, sino que hablamos de tiempo que es VIDA.
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El desorden una cuestión de salud
Compartimos un interesante artículo de Cristina Maroto Sánchez (Psicóloga del Gabinete Haztúa) acerca del orden y el desorden, seguro que te sorprenderá.
El desorden beneficia o perjudica a nuestra salud mental
Normalmente no solemos dar suficiente importancia a nuestro entorno físico, pasando éste casi siempre inadvertido. Estamos acostumbrados a recoger prácticamente a diario nuestros espacios (nuestro hogar, nuestro lugar de trabajo…), esperando sin darnos cuenta a que se vuelvan a desorganizar y tengamos que ponernos otra vez manos a la obra.
Hace relativamente poco han comenzado a aparecer profesionales del orden y de la limpieza que proponen casi de un modo “mágico”, métodos para organizar nuestro entorno de una forma definitiva. Pero ¿de verdad necesitamos estos procedimientos? ¿El orden es recomendable para contar con una buena salud mental o realmente no tiene importancia?
¿Qué es el orden?
Podrá parecer innecesario definirlo, pero ¿cuántas veces habremos oído decir frases como: “Yo tengo mi propio orden”? Entonces, ¿qué es el orden?
Según la Real Academia Española (RAE), el orden sería la colocación de las cosas en su lugar correspondiente o la buena disposición de las cosas entre sí. Por el contrario, el desorden sería la falta de orden. Al decir orden, me refiero aquí al orden físico, ya que podemos encontrar también el orden mental o moral, pero estaríamos hablando de algo diferente.
¿Por qué somos desordenados?
Todas las personas aprendemos de las consecuencias de nuestros actos. Si la consecuencia es positiva, tendemos a repetirla, y al contrario si es negativa. En el caso de la persona que es desordenada, a corto plazo, siente que le aporta beneficios, ya que no se tiene que esforzar, puede dedicar ese tiempo otros quehaceres, entre otras cosas. Sin embargo, a largo plazo, se presentan bastantes inconvenientes.
¿Qué efectos tiene el desorden en mi salud mental?
En un estudio que realizó la psicóloga Kathleen Vohs, de la Universidad de Minnesota, se comparó una habitación desordenada y otra ordenada, y se concluyó que las habitaciones desordenadas generaban un mayor pensamiento creativo. Esto concuerda con la creatividad mostrada por Albert Einstein, Mark Twain y Steve Jobs, quienes siempre alardeaban de tener su escritorio muy desordenado.
Sin embargo, algunos psicólogos como el profesional Tasio Rivallo advierten que el desorden y la desorganización pueden provocar algunos problemas en la salud mental, por ejemplo, ansiedad, trastornos del sueño o reducción de la concentración. También Joseph Ferrari, profesor de psicología, encontró en su estudio ‘El lado oscuro del hogar’ que cuanto más desordenadas son las personas, menor es su satisfacción vital y menor es su productividad. Entonces, podría ser que tenga más importancia de lo que creemos, ¿alguna vez lo has pensado?
Algunas de las consecuencias negativas que podría provocar vivir en un desorden y desorganización constante serían:
- Perder tiempo y energía La capacidad que tiene el cerebro para procesar información es limitada. Si vivimos en un entorno desorganizado, habrá más estímulos en nuestro campo visual al mismo tiempo, y por tanto, nuestro cerebro tendrá que procesar más información y nuestra concentración disminuirá, ya que todos los objetos competirán por atraer nuestra atención. Esta sobrecarga hace que el cerebro trabaje más y necesite más energía.
- Retrasar y obstaculizar otras tareas Se ha encontrado que nuestro rendimiento es menor cuando trabajamos en espacios desorganizados. El desorden afecta a la capacidad que tiene el cerebro para concentrarse, analizar y procesar la información, y rendir en las tareas.
- Causar sentimiento de culpa … y a la larga, daño emocional. Además, cuanto más se prolongue, más costará organizarlo y más culpables nos sentiremos por no poder tener nuestros espacios como realmente nos gustaría.
- Ser fuente de preocupaciones y estrés La sensación de no tener el manejo de nuestras pertenencias puede llegar a ser una fuente de preocupación y derivar finalmente en estrés. El desorden nos recuerda con frecuencia que tenemos tareas pendientes e inacabadas, disparando así las hormonas del estrés y afectando no solo a la realización de actividades y al rendimiento en éstas, sino también a la salud y al bienestar.
Así, tener un entorno desorganizado produce un sinfín de consecuencias negativas, encontrando más desventajas que ventajas, ya que nos quita mucho tiempo, puede generar cansancio, culpa, frustración, estrés, disminución del rendimiento y de la productividad, y también menor satisfacción vital.
De esta manera, si por el contrario quieres mejorar tu concentración, ser más productivo y tener más energía, es recomendable que destines algo de tiempo al día a organizar tus espacios.
¿Qué beneficios puede aportar el orden a mi salud mental?
Mantener nuestros espacios en orden, estar en armonía con nuestras pertenencias, incluso con la decoración que tenemos, son factores protectores del estrés en nuestro día a día. Además, el orden mejorará nuestro estado de ánimo, ya que nos sentiremos bien con nuestro entorno, subirá nuestra autoestima al ser capaces de tener nuestras cosas organizadas y tendremos más tiempo para dedicarlo a lo que realmente queremos.
Esta sensación de bienestar se refleja en algunos estudios que han probado que limpiar y ordenar nos hace liberar endorfinas, la llamada hormona de la felicidad.
También podemos encontrar efectos positivos en nuestros propios bolsillos. Se ha encontrado que las familias que mantienen sus hogares en orden gastan menos dinero, ya que compran solo lo que les hace falta y tienden a cuidar más y mejor lo que tienen.
Además, como hemos comentado antes, el orden mejorará tu concentración, te encontrarás más enérgico y todo ello hará que seas más productivo.
El orden y los cambios vitales
Según Marie Kondo, autora del libro La magia del orden, nuestros hogares, son nuestro reflejo. Además, sabiamente comenta:
“Cuando pones tu casa en orden, también pones en orden tus asuntos y tu pasado. Como resultado, puedes ver con claridad lo que necesitas en tu vida y lo que no, lo que debes hacer y lo que no”.
Esto nos incita a pensar que iniciar un cambio en nuestros espacios, puede darnos pie a comenzar también con un cambio en nuestras vidas. Así, ordenar nuestro entorno físico, puede ser el primer paso para llevar a cabo un cambio interno.
¿Cómo podemos tener organizado nuestro entorno?
Parece muy sencillo proponer tener nuestros espacios organizados y ordenados, pero… ¿Y cómo se hace? Desde que somos pequeños, nuestros padres nos piden que recojamos nuestro cuarto y organicemos nuestras pertenencias, pero prácticamente a nadie se le enseña cómo hay que hacerlo, simplemente se da por hecho que se sabe.
Para comenzar con este necesario y apasionante mundo del orden, recomiendo leer los siguientes libros:
- La magia del orden de Marie Kondo.
- La felicidad después del orden de Marie Kondo.
- El poder del orden de María Gallay.
- Reorganizarte: El arte de ordenar tu casa y llenar de felicidad tu vida de Cloti Martínez Peinado.
Artículo de Cristina Maroto Sánchez Psicóloga del Gabinete Psicológico Haztúa
Estrés: segunda causa de incapacidad laboral en 2020
Hay frases que nos resultan tan sorprendentes que no reparamos en el mensaje que nos quieren transmitir. Eso me pasó a mí cuando escuché de boca de Sonia Lupien ( Neurocientífica )que según la OMS “en el año 2020 el estrés sería la segunda causa de incapacidad laboral”.
Lo primero que pensé fue “Dios mío si el 2020” está aquí ya” y lo segundo que, quizás lo que significaba esa frase era que el estrés debe producir numerosas alteraciones en nuestro organismo que son las que nos llevan a enfermar y que deben ser muchos los trastornos físicos y emocionales que produce para tener el honor de ser la segunda causa de incapacidad.
Seguí escuchando a Sonia Lupien porque me pareció muy interesante lo que decía. Según ella nuestro cerebro, que está diseñado para protegernos, es un “experto en detectar amenazas”, y hoy en día estamos rodeados constantemente de mensajes amenazantes. No hay más que leer la prensa, escuchar la radio o la televisión. Por todas partes se cierne una terrible amenaza ya sea en forma de cambio climatológico, de crisis económica, de aumento del desempleo, o de panorama desolador para el futuro de las pensiones. Estos son solo unos pocos ejemplos, si pensamos nos damos cuenta de que hay muchos más, porque también sentimos miedo al rechazo, a la exclusión a no alcanzar nuestras expectativas etc.
Claro, ante semejante situación nuestro cerebro, que por otra parte es un fiel cumplidor de sus funciones no tiene más misión que estar constantemente dándole al botón de alarma y poniendo en marcha el mecanismo natural de defensa que tiene el ser humano, que no es otro que el de segregar hormonas como la adrenalina, noradrenalina y cortisol para que nuestra frecuencia cardíaca aumente, así como nuestra presión arterial, nuestra respiración y toda la energía disponible se dirija a nuestros músculos porque es evidente que si estamos en peligro hay que salir corriendo.
Esto está muy bien cuando el peligro es real por ejemplo cuando cruzo la calle sin mirar y escucho la bocina de un coche, en ese momento el estrés me ha salvado la vida.
Pero cuando esa alarma se activa constantemente se convierte en perjudicial, transformándose en un problema e incluso en una patología. A esto nos referimos cuando decimos que el estrés es una “enfermedad” o que está ocasionando estragos en nuestra salud.
Todos sabemos lo que son las contracturas musculares, el insomnio, la irritabilidad, los problemas gastrointestinales y los cardiovasculares. Son simplemente un disfraz del estrés.
Ante esta situación algo tenemos que hacer porque definido como un “proceso natural de nuestro cuerpo ante una situación amenazante” es evidente que no se puede eliminar de nuestra vida, por tanto la solución pasa por otra vía, la gestión, es decir, aprendamos a gestionar el estrés y conseguiremos que esa máxima de “el estrés será la segunda causa de incapacidad laboral en el año 2020” no se cumpla.
Dicho así parece sencillo pero creo que en la realidad no lo es tanto. En mi opinión para gestionar el estrés primero tenemos que pararnos a pensar y eso ya es un impedimento porque ¿cuánto tiempo le dedico yo al día a pensar? O mejor dicho ¿Cuánto tiempo me dedico yo al día?
Tal vez este sea el primer trabajo, descubrir a qué dedico mi tiempo, cuáles son mis prioridades, mis necesidades, o lo que es lo mismo dedicar tiempo al autoconocimiento, eso que Daniel Goleman definió como competencia personal dentro del esquema de competencias que integran la inteligencia emocional.
Este post no es pretencioso, es solo una reflexión. Pero como yo soy Coach sé que no basta con la intención, sino que hay que elaborar un plan de acción. Por eso doy por concluido este post y me voy a poner a diseñar mi plan para gestionar el estrés porque yo no quiero que se cumpla la advertencia de la OMS de que para el 2020 “el estrés va a ser la segunda causa de incapacidad laboral”.
Multigeneracion
El siglo XXI ha hecho confluir en las empresas a cinco generaciones diferentes en su forma de comunicarse, razonar, interactuar , trabajar, vivir y visualizar el trabajo.
Estas cinco generaciones son:
Veteranos (1929-1942) han vivido dos postguerras mundiales. Son tradicionalistas, leales, con valores como el tesón y el respeto, aceptan la jerarquía.
Baby Boomers (1943-1964) adictos al trabajo, eficientes, les gusta el trabajo en equipo, buscan estabilidad y desafían a la autoridad.
Generación X (1965-1979) son emprendedores, con ellos nace la era de la informática, trabajan enfocados a resultados, necesitan una dirección clara, se adaptan con facilidad.
Millennials (1980-1994) han nacido en la era de la tecnología, son multitarea , su estilo es informal se desenvuelven y relacionan en redes sociales y buscan el equilibrio entre el trabajo y la vida laboral.
Generación Z (1995-2018) comparten las mismas características que los millennials.
Un líder hoy debe saber retener y fundir en una misión y visión común el talento e intereses de cada uno de estos grupos para que consigan la eficiencia en sus funciones en un ambiente de trabajo saludable, alineado a los valores de la empresa.
Los veteranos necesitan ser escuchados y guiados por otros y esas características pueden hacer una sinergia perfecta con la característica Baby Boomers de realizar tomas de decisiones participativas, fortaleciendo las buenas relaciones con los colegas y supervisores.
Desarrollar equipos de trabajo multitarea con impacto en diferentes niveles transversales de la organización es otro método de sinergia para entrelazar la diversidad de talento y experiencia multigeneracional y por supuesto la creación de programas de mentoría es siempre una opción eficaz para conjugar a estos recursos en un clima productivo y eficiente.
Nuestro nuevo clima laboral multigeneracional nos exige flexibilidad, personalización del empleo, colaboración, diversidad, formación robusta, experiencia, innovación, velocidad de respuesta, cumplimiento en la palabra y lo más importante, integridad en el manejo de nuestro capital humano para lograr el hermoso placer de «dirigir» personas y no de «administrarlas».
Fuente: Parte del artículo «Gestión del clima laboral multigeneracional» publicado en la revista Expocoaching en su número 5 de Febrero 2018.
Autora: Astrid Encarnación De La Cruz. Abogada. Coach Desarrollo de Carrera Profesional y Gerencia Estratégica Organizacional. Conferenciante.
Alcohol y menores
Hablar de alcohol y menores es hablar de
SOCIEDAD, de PERTENENCIA y de RESPONSABILIDAD.
De SOCIEDAD, porque el hombre es un ser social, siendo fundamental para su desarrollo aprender a relacionarse y vincularse con los demás. Esto hace que no se pueda mantener al margen de aquellos aspectos que ocupan y preocupan al conjunto de la sociedad porque forma parte de ella. Hacerlo significa tener “Conciencia Social».
De PERTENENCIA, porque vivimos en una sociedad sometida a un profundo cambio a todos los niveles, y esos cambios nos afectan y nos influyen. El ámbito que nos ocupa (el educativo) no es ajeno a ellos, educar hoy no es tarea fácil. Los padres se enfrentan a numerosos retos y es necesario hoy más que nunca conocer, tener información y formación para poder afrontarlos con la seguridad de que estamos contribuyendo a la formación integral de nuestros hijos, tanto física, emocional como social.
De RESPONSABILIDAD, porque hay que educar en responsabilidad y porque cuando en la sociedad se dan síntomas de que algo está pasando no se puede mirar para otro lado.
El 67% de los y las menores de entre 14 y 18 años ha consumido alcohol en los últimos 30 días
Hablamos de alcohol y menores porque en una sociedad avanzada como la nuestra algo está pasando cuando los índices de consumo de alcohol en menores son tan alarmantes, los últimos datos hablan de que el 67% de los y las menores de entre 14 y 18 años ha consumido alcohol en los últimos 30 días (según los datos de la encuesta ESTUDES publicada por el Plan Nacional Sobre Drogas relativa a los años 2016-2017, la última realizada), o que alrededor de un 30% ha realizado un consumo de riesgo – borrachera- en los últimos 30 días, o que en el último año se han iniciado en el consumo de esta sustancia más mujeres jóvenes que hombres. Según los datos de la misma encuesta, la edad de inicio en el consumo de alcohol por parte de los jóvenes es a los 14 años y el llamado “consumo compulsivo” ha aumentado del 14% al 31,7% entre los jóvenes de 14 a los 16 años, convirtiéndose las fiestas etílicas en algo “normal”, cuando todos los estudios científicos señalan que el desarrollo completo del cerebro humano no se alcanza hasta los 20 años, es decir, hablamos de una edad en la que los excesos repercuten muy negativamente en el posterior desarrollo físico, psicológico y mental.
Esta radiografía social nos permite conocer cuál es la situación actual a la que se enfrentan los padres, una realidad que pasa por la permisividad y la “normalidad” de comportamientos y consumos que se considera que forman parte de nuestra cultura, sin tener en cuenta que el alcohol consumido a edades tempranas produce daños que afectan al desarrollo físico y como no al emocional.
Educar hoy no es tarea fácil.
Los padres se enfrentan a numerosos retos, y hoy más que nunca, necesitan tener formación para poder afrontar con seguridad el desarrollo integral de sus hijos.
Es por eso,que ahora más que nunca hay que apelar a la responsabilidad de los padres que deben velar por la salud y bienestar de sus hijos, así como a la pertenencia, entendida como el compromiso de todos con la sociedad a la que pertenecemos y de la que no podemos mantenernos al margen cuando ésta muestra síntomas de que algo no funciona.
¡ Hay que actuar !
porque hoy más que nunca se hace necesario tener Conciencia Social.
Fuente: Documento «Movilización Alcohol y Menores» FAD