Los padres somos los primeros ‘influencers’ de nuestros hijos


«Los progenitores deben dar ejemplo y vivir sin estar enganchados a las redes sociales y a las recompensas que generan los ‘likes'»

Las madres y padres tememos a la adolescencia de nuestros hijos. Más aún después de ver el primer capítulo de Euphoria. Cualquiera diría que nosotros fuimos adolescentes hace no tanto. O tal vez la temamos precisamente por eso, por ese conocimiento que nos otorga la experiencia de haber sido adolescentes; y también, cómo no, por todos los adjetivos terroríficos con los que acompañamos a esta etapa vital. «Llevo 40 años trabajando con adolescentes y siempre vemos en ellos un problema y no un adolescente», reflexionaba en una entrevista el psicólogo, educador y periodista Jaume Funes. Sucede algo parecido con los «terribles dos años». Con la expectativa que genera el adjetivo uno no puede más que esperarlos con el cuchillo de juguete entre los dientes, armado de paciencia para una «guerra» doméstica que, en la adolescencia, si no sabemos gestionarla, puede tener más de guerra en su significado literal, con gritos, caos y trincheras levantadas tras las puertas de las habitaciones.

Como padres tenemos que ser para nuestros hijos adolescentes, pero también en cualquier otra etapa vital, como puertos de aguas calmas que los acogen y los ayudan a reponerse cuando llegan de sus travesías con las emociones agitadas. El problema es que muchas veces no solamente no sabemos calmarlos, sino que nuestros propios desajustes emocionales desatan o multiplican los suyos», afirma la pedagoga Eva Bach, que acaba de publicar junto a Montse Jiménez, profesora de secundaria experta en innovación tecnológica, Madres y padres influencers (Grijalbo).

Con el concepto de influencers, las autoras quieren destacar el potencial de madres y padres como ejemplo para sus hijos, ya que en opinión de Bach nuestra capacidad de influencia «es mucho más poderosa que ninguna y de lo que creemos». No en vano, como se encarga de destacar la experta, nosotros, las madres y padres, «somos los primeros influencers» de nuestros hijos.

El problema es que no siempre somos el mejor ejemplo. Y si creemos serlo, muchas veces nos falta capacidad para comunicarnos con nuestros hijos, no somos capaces de trasladarles el mensaje sin que suene a bronca o a charla vomitada desde un púlpito de superioridad. Por eso, las autoras invitan en el libro a aprender de los jóvenes y de sus ídolos, de esos influencers en el sentido literal de la palabra a los que siguen con devoción, ante nuestro asombro y desconcierto, en YouTube o Instagram.

«En el mundo de los influencers hay de todo, pero en general hay dos aspectos fundamentales de los influencers que nos iría muy bien practicar. Por una parte, deberíamos siempre buscar contextos adecuados en los que hablar con nuestros hijos con naturalidad y sin tabúes ni miedos de los temas que les interesan y les preocupan. Otro aspecto muy interesante es el tipo de comunicación. Los influencers utilizan un lenguaje fresco y natural, un tono vital y optimista. Invertir en una comunicación fluida con nuestros hijos e hijas, es invertir en su propio proyecto de vida», argumenta Montse Jiménez.

un aspecto en el que, por regla general, los padres y madres erramos en nuestro papel de influencers con nuestros hijos, adolescentes o no, es en el tecnológico. En un mundo de pantallas, redes sociales y egocentrismo desmedido les pedimos a ellos lo que nosotros no somos capaces de hacer: vivir sin estar enganchados a ellas y a las recompensas que nos generan en forma de likes.

Para Eva Bach nuestro trabajo como padres influencers pasa por aprender a congeniar «de una manera inteligente, ética y saludable» las dos realidades que definen el mundo actual, la presencial y la virtual, ya que prescindir de una de ellas «supondría ir cojos por la vida y el futuro». En ese sentido, Montse Jiménez recuerda que las redes sociales conectan a los jóvenes a la vida, a la comunidad, a su grupo y a lo que les interesa, pero que también pueden desconectarlos de la realidad: «Hay que educar y acompañar en diferentes parámetros como, por ejemplo, en la gestión que hacen los adolescentes del tiempo. Las redes sociales no pueden absorber ni sustituir los tiempos imprescindibles (de desconexión, de actividad física, de juego, de sueño…) para el desarrollo de la persona. Y por encima de todo hay que educar en aspectos fundamentales como el autocontrol, la responsabilidad o la autoestima».

Y educar pasa necesariamente para Montse Jiménez porque los padres se «involucren» en los procesos de cambio provocados por la aparición de nuevas tecnologías y nuevas formas de comunicación. «No podemos ser meros espectadores de las transformaciones que vivimos y limitarnos a esperar para aplaudir o lamentar. Involucrarse activamente implica estar atento a lo que llega, seguramente despojarse de lo que hasta ahora había y abrir mente y corazón a nuevas maneras de entender el mundo. No se trata de rechazar sino de escuchar, empaparse de la realidad y empatizar para poder guiar. ¿Qué ven nuestros hijos/as? ¿Cómo se comunican? ¿Qué buscan?», reflexiona la miembro del equipo de innovación, comunicación y formación de la red de centros Vedruna Catalunya Educació.

Un ejemplo de esa invitación a los padres a implicarse, a involucrarse en el mundo digital, es el título del primer capítulo de Madres y padres influencers, Actualiza tu app: «Es fundamental que las madres y padres conozcamos no solo las apps que utilizan nuestros hijos, sino también a los influencers que siguen, los youtubers o instagrammers que les gustan, las páginas que frecuentan. Todo ello nos da pistas de lo que buscan en las redes y en las pantallas».

Tras encuestar a más de 1500 adolescentes para dar forma al libro, Eva Bach y Montse Jiménez tienen respuesta a esa duda: los adolescentes buscan entretenimiento y diversión, consejo sobre moda y tendencias, pero también buscan puntos de vista y opinión sobre los grandes temas que les preocupan, que no dejan de ser grandes temas de la vida: relaciones personales, amor y enamoramiento, orientación sexual, autoimagen y autoconcepto, igualdad de género, etc.

«Esos temas deberían formar parte de las conversaciones con nuestros hijos. Conocerlos nos da pie a poder conversar con ellos y compartir dudas y puntos de vista para poder guiarles», concluye Jiménez.

Artículo promocional del libro: Madres y padres influencers (Grijalbo).

¡Bienvenido al Club! con Mario Alonso Puig


¿Tenéis dudas respecto a la educación de vuestros hijos?

¿Tenéis dificultades?

¿Os sentís perdidos e inseguros?

Pues….¡Bienvenidos al Club!

Así comenzó Mario Alonso Puig la conferencia que llevaba por título

“En todo ser humano hay grandeza.

La educación debe hacerla florecer”

Mario Alonso Puig

En este encuentro de reflexión, “CCtalks” organizado por el Colegio CEU San Pablo Claudio Coello, pudimos entender, bajo la dirección de Mario, que ningún ser humano está llamado a vivir en la mediocridad, y que como padres y educadores podemos contribuir a que el potencial de nuestros hijos y alumnos se despliegue a través de la Educación para que conecten con su potencial y sean capaces de ver oportunidades desarrollando las habilidades personales que necesitan para “leer el presente” y “vivir el futuro”.

También nos planteaba, en su discurso, que el reto que tenemos en este entorno cambiante y disruptivo es “estar despiertos”, con los ojos abiertos, y que nada nos impida ver las oportunidades. Para ello, es muy importante la continua formación de los padres y los docentes, para aprender a crear entornos de aprendizaje y reflexión, donde los hijos puedan equivocarse y volver a intentarlo.

“Los padres actuamos y decidimos con nuestra mejor intención,

pero por desgracia no siempre obteniendo los mejores resultados”

Por eso, “no se puede dejar al azar la educación de los hijos,

nos tenemos que preparar como educadores suyos”

Mario Alonso Puig

Por eso, te proponemos el Programa Familias que Educan en Equipo para aprender a acompañar a tus hijos, facilitándoles el entorno que necesitan para que desarrollen todo su potencial.

Contacta en soniamartin@equipoeduca.com y te informamos de fechas para este mes.

Educar en amabilidad y generosidad


“No le pegues a tu hermanito”, “Debes compartir tus juguetes”, “Acompaña a tu hermano para que no vaya solo”. Un sinfín de frases como estas son las que comúnmente los padres decimos a los hijos, con el propósito de enseñarlos a ser personas amables y generosas. Sin embargo, aunque los niños suelan escucharlas muy a menudo, no logramos que ellos comprendan el verdadero significado de la amabilidad.


Con ello, lo único que estamos enseñándoles es a seguir una orden o corregir alguna mala conducta, para así resolver una situación de manera fácil e inmediata, evitando consecuencias mayores como la violencia física (golpes) en algunos casos; olvidándonos que la amabilidad no solo se trata de solucionar enfrentamientos con los demás, sino de inculcar un espíritu humanitario.


“la amabilidad no solo se trata de solucionar enfrentamientos con los demás,
sino de inculcar un espíritu humanitario”

El reto de la crianza
Sabemos que una de las características básicas para que nuestros hijos sean personas amables, es fomentar el aprendizaje de las palabras mágicas, decir “gracias, por favor y perdón”, en cualquier contexto de la vida cotidiana, pues es fundamental para que ellos sean más sociables. Pero no garantiza que muchos de sus comportamientos o conductas sean realmente amables.

Por ello, para lograr nuestro objetivo es necesario aplicar unas rutinas familiares que deben realizarse diariamente, como por ejemplo:


1 Ponerse en los zapatos del otro
Se trata de ser empáticos, de sentir y entender el dolor o sufrimiento de las personas que nos rodean, para así ayudar y apoyar. La mejor manera para que tus hijos comprendan sobre la empatía y sean más amables, es con el ejemplo que reciben en casa.
“Hoy no tuve un buen día, ¿quieres escuchar lo que me pasó?”. Si tú hablas con tus hijos sobre tus sentimientos, emociones y experiencias de vida; lograrás que ellos aprendan a entenderte, y por lógica serán más comprensibles contigo, ayudándote a sentirte mejor. Tal vez, te ayuden a encontrar soluciones para resolver un problema, o traten de animarte con sus tiernos besos y abrazos.


2 Una pausa familiar
Los especialistas recomiendan sintonizarse con el mundo que nos rodea para tener bienestar y sentirnos felices. Cuando tomas una pausa familiar para disfrutar unos momentos de risa con tus hijos, ofreciéndoles tiempo de calidad, se fortalece el vínculo afectivo que tienen como familia, haciendo que ellos valoren más la convivencia.
No me refiero a realizar una reflexión todos los días, sino de compartir un desayuno con ellos, incluso levantarse más temprano para tener esos minutos más para conversar o para dormir juntos en la misma cama antes de irse a la escuela, etcétera.
Cada experiencia que pasen juntos en familia será significativa para tus hijos, dejándoles un gran aprendizaje de vida, olvidando los grandes agobios que viven en el exterior, dando valor a la unión familiar. Por lo tanto, estarás formando personas amables que disfruten cada momento como único, especial e inolvidable, puesto que la amabilidad se aprende en familia.

3 Frases que cambian
Investigaciones afirman que enseñar a los hijos a hablar y pensar positivamente sobre sí mismos mejora su autocompasión y su comportamiento social. Por ello, es importante reforzar algunas frases poderosas que transformaran su manera de ser y de socializarse con los demás.
Por ejemplo: “tu amabilidad es tu mejor fortaleza”, “me enorgullece que trates a los demás con cariño, respeto y humildad”, “arreglar los errores significa que estás aprendiendo”.


4 ¿A quién ayudo hoy?
Podemos enseñar a los hijos a ser responsables y al mismo tiempo ser amables, con el simple hecho de delegar funciones a cada miembro de la familia, haciéndoles comprender que todos necesitamos ayuda para cumplir con una meta o propósito; se trata de trabajar en equipo.
Involucra a tus hijos participando con las tareas del hogar; incluso, puedes motivarlos para que comenzar el reto o juego que se llama «¿Quién puede ayudar más en casa o quien puede ayudar a otros?»


5 Esfuerzo voluntario
Una de las mayores satisfacciones que podemos sentir en plenitud es ayudar a otros, sobre todo a los más necesitados. Si deseas que tu hijo aprenda el valor de la amabilidad rápidamente y de manera sencilla, motívalo a participar en alguna asociación sin fines de lucro. Por ejemplo, en algún lugar que se dedique a la adopción de perros o gatos, una institución para ayudar a cuidar el medio ambiente, entre otros.


6 Desarrollando la creatividad e imaginación
La lectura es una herramienta maravillosa para desarrollar la empatía, la compasión y la comprensión del mundo con los demás. Por lo tanto, es importante fomentar este hábito y hacerlo como parte integradora familiar. Elige cuentos, historias o noticias, donde los valores morales de los personajes principales resalten en sus aventuras.

7 Buena actitud
Tratar de encontrar el lado positivo de las situaciones difíciles de la vida, es un poco complicado de hacer, pero no imposible. Tal vez te preguntes ¿por qué hay tantas personas en la pobreza o por qué las personas son crueles?
No podemos cambiar el mundo como si tuviéramos una varita mágica, pero podemos contribuir poco a poco para que las personas que nos rodean sean más felices y encuentren paz en sus corazones. La idea es pensar positivo, ver las situaciones difíciles como aprendizajes de vida.
La raíz de la amabilidad se aprende en familia; si quieres que tus hijos sean amables fomenta en ellos el hábito de la empatía, de trabajar en equipo, de ayudar a los que les rodean.


«Recuerda que parte de la crianza es fomentar valores y aplicarlos diariamente».

Escrito por: Adriana Acosta Bujan que estudió comunicación, es madre de un adolescente, y actualmente se dedica a la enseñanza e investigación a nivel universitario en Puerto Vallarta. Publica sus escritos esperando que ayuden a las personas que leen sus útiles vivencias.
Publicado en: Familia.com

Regalos que no tienen precio, ¡son gratis!


La Navidad es una época que tiene sus propias características. De repente las calles se llenan de gente, de bullicio y de luces de colores. Nos felicitamos entre nosotros y nos dedicamos sonrisas y frases amables con las que transmitimos nuestros mejores deseos. Es como si, de repente, la atmósfera que nos envuelve se transformara y nos invadiera un  espíritu de paz y armonía que desgraciadamente suele pasar con la misma velocidad que pasan los días.

El colofón de todas estas fiestas y celebraciones es la noche y el día de Reyes. Sin lugar a dudas ambos son mágicos porque de Oriente vienen Melchor, Gaspar y Baltasar cargados de regalos para repartir entre niños y no tan niños. Son regalos especiales porque cumplen con los deseos que hemos manifestado en nuestra carta.

Normalmente cuando pensamos en regalar o en pedir siempre nos referimos a cosas materiales. Estas son muy variadas: juguetes, libros,  dispositivos electrónicos, ropa, perfumes y así un largo etcétera. Y no digo que no haga ilusión, porque cuando ves el árbol rodeado de regalos siempre te emocionas de pensar que seguro que los Reyes no se han equivocado y te han traído lo que has pedido, porque todos sabemos que ellos hacen magia.

Pero hay otros regalos que producen una enorme emoción y que dejan huella. Hablo de aquellos que no tienen precio, que son gratis, que no hace falta hacer una enorme cola para conseguirlos. Son regalos muy especiales porque nos hacen sentir bien, nos reconfortan y nos alegran,  porque consiguen, en una palabra, hacernos felices.

No olvidemos regalar a los niños una sonrisa, tiempo, atención, escucha, un abrazo. Porque lo más importante y mágico de la Navidad no son las luces ni las celebraciones sino las emociones  que despierta en nosotros.

Yo le he escrito a Gaspar, él ha sido siempre mi Rey favorito y este año le he pedido que la Navidad no se acabe, que todos los días del año sean Navidad para poder regalar y recibir regalos todo el año, pero de esos que no tienen precio y además ¡son gratis!.

Alimentación Saludable en las fiestas navideñas.


Cuidar nuestra alimentación es un objetivo que debemos tener en cuenta durante todo el año, pero es verdad que hay momentos y épocas como la Navidad en la que la mayor parte de las celebraciones se desarrollan entorno a la mesa. Esto supone que nos pasamos el día de celebración en celebración, ya sea con los amigos, los compañeros de trabajo o la familia.

¿Qué podemos hacer para no caer en los excesos? ¿Cómo podemos controlar lo que comemos?

Os vamos a ofrecer un resumen de la entrevista que realizamos a Mercedes Gállego, Técnico Superior en Dietética y Coach nutricional en la que nos da unos trucos y consejos para que cuando pasen las fiestas no nos llevemos un susto al subirnos a la báscula.

Así como nos habla también de lo importante que es educar y concienciar a los niños de la necesidad de llevar una alimentación sana y equilibrada.

¿Qué podemos hacer por nuestra alimentación?

Según Mercedes lo más importante es ser conscientes de lo que comemos, así como del tipo de alimentos que ingerimos para intentar que nuestra alimentación sea lo más saludable posible.

Concretamente y en lo relativo a la celebración navideña nos apunta que el objetivo fundamental de las diferentes celebraciones debe ser el estar reunidos y compartir momentos de encuentro con aquellos que queremos, ya sean familiares o amigos.

¿Cómo podemos involucrar a los más pequeños de la casa?

Os ofrecemos dos consejos:

  1. Hacerles partícipes tanto de la compra de los alimentos como de su preparación. Es una  manera divertida de acercarles a la gastronomía.
  2. Tips para ayudarles a comer mejor las verduras, legumbres y pescados:
  • Poner las verduras con otros alimentos que les gusten
  • Preparar verduras en forma de pasta ( calabacín)
  • Hacer hamburguesas de pescado o de legumbres
  • Elaborar la pizza con verduras
  • Cuidar las presentaciones

Trucos para evitar ganar esos kilos de más 

  • Acotar las celebraciones a los días señalados
  • Compensar los excesos
  • Poner entrantes saludables como son las ensaladas
  • Utilizar los caldos y las cremas como primer plato
  • Porciones pequeñas
  • Limitar el consumo de bebidas calóricas
  • No repetir

Seguro que con todos estos consejos vamos a disfrutar de una buena comida y también de la compañía de los que queremos haciéndolo de una forma mucho más saludable.

Te adjuntamos la dirección del blog de los hermanos Gállego para que puedas consultar más información sobre Alimentación Saludable. http://www.xn-nocuentescalorasconoceloquecomes-g7c.com/2018/12/help-llega-la-navidad-sugerencias-para.html#more

 

 

El tiempo no es oro, es vida


 

 “El tiempo no es oro, es vida”

El valor del tiempo

El oro es un metal precioso, probablemente  el más caro, por eso decir que “el tiempo es oro” es decir que es muy valioso, que no se puede desperdiciar ni malgastar, tampoco perder ni desaprovechar.

De ahí lo de “hay que aprovechar el tiempo” “tiempo malgastado nunca recobrado” o”tiempo que se marchó, pájaro que voló”. Porque además de valioso tiene otra característica y es, que no se puede recuperar. Por eso es tan importante saber en qué ocupamos nuestro tiempo, y mucho más cuando, si hacemos una reflexión nos damos cuenta de que el valor del tiempo va mucho más allá del que puede tener un metal precioso como el oro, ya que el tiempo es VIDA.

¿En qué invierto el tiempo?

Si pensamos en el tiempo como VIDA lo primero que tenemos que hacer es pensar en qué estamos invirtiendo nuestra vida, o más bien a qué dedicamos nuestra vida.

A diario estamos sometidos a una gran presión porque estamos rodeados de responsabilidades y obligaciones a las que debemos atender pero el ritmo tan vertiginoso al que nos vemos sometidos no nos deja a veces tomar conciencia de la cantidad de cosas que hacemos ni del tiempo que dedicamos a cada una de ellas.

Lo primero que debemos hacer entonces es conocernos, saber cuáles son nuestras necesidades y hacer una lista de aquellas cosas que son importantes en nuestra vida. Ello nos dará una idea de lo que está ocupando nuestro tiempo y de cómo lo podemos repartir entre las diferentes tareas y actividades.

Seguro que si piensas en las cosas que haces y cuantificas el tiempo que necesitas para realizar cada una  de ellas te darás cuenta de que puedes reajustar y optimizar tu tiempo.

Organizar mi tiempo me hace sentirme bien

No hay nada mejor cuando has acabado el día que pensar que has hecho todo lo que tenías que hacer y que has  cumplido con  todas tus obligaciones.

Pero esto seguro que no siempre ocurre, a veces tenemos la sensación de que frente a nosotros hay una enorme montaña de cosas y que no somos capaces de enfrentarnos a ella. Podríamos decir que nos sentimos desbordados o superados.

No existen las recetas mágicas, pero tal vez repasar el decálogo de gestión del tiempo nos ayude y nos de ideas de cómo poder empezar a organizarnos mejor para aprovechar más el tiempo.

Decálogo de gestión del tiempo:

Define tus objetivos

Planifica tus actividades

Asigna tiempo a cada una de ellas

Comienza por la más importante

Concéntrate solo en una actividad

Acaba lo que comienzas

Aprende a decir no

Delega

Hazlo ya

Tómate tu tiempo

Seguro que si lo cumples te vas a sentir mucho más feliz, porque al fin y al cabo no solo estamos hablando de tiempo, sino que hablamos de tiempo que es VIDA.

 

 

 

 

 

 


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El desorden una cuestión de salud



Compartimos un interesante artículo de Cristina Maroto Sánchez (Psicóloga del Gabinete Haztúa) acerca del orden y el desorden, seguro que te sorprenderá.

El desorden beneficia o perjudica a nuestra salud mental

Normalmente no solemos dar suficiente importancia a nuestro entorno físico, pasando éste casi siempre inadvertido. Estamos acostumbrados a recoger prácticamente a diario nuestros espacios (nuestro hogar, nuestro lugar de trabajo…), esperando sin darnos cuenta a que se vuelvan a desorganizar y tengamos que ponernos otra vez manos a la obra.

Hace relativamente poco han comenzado a aparecer profesionales del orden y de la limpieza que proponen casi de un modo “mágico”, métodos para organizar nuestro entorno de una forma definitiva. Pero ¿de verdad necesitamos estos procedimientos? ¿El orden es recomendable para contar con una buena salud mental o realmente no tiene importancia?

¿Qué es el orden?

Podrá parecer innecesario definirlo, pero ¿cuántas veces habremos oído decir frases como: “Yo tengo mi propio orden”? Entonces, ¿qué es el orden?

Según la Real Academia Española (RAE), el orden sería la colocación de las cosas en su lugar correspondiente o la buena disposición de las cosas entre sí. Por el contrario, el desorden sería la falta de orden. Al decir orden, me refiero aquí al orden físico, ya que podemos encontrar también el orden mental o moral, pero estaríamos hablando de algo diferente.

desorden

¿Por qué somos desordenados?

Todas las personas aprendemos de las consecuencias de nuestros actos. Si la consecuencia es positiva, tendemos a repetirla, y al contrario si es negativa. En el caso de la persona que es desordenada, a corto plazo, siente que le aporta beneficios, ya que no se tiene que esforzar, puede dedicar ese tiempo otros quehaceres, entre otras cosas. Sin embargo, a largo plazo, se presentan bastantes inconvenientes.

¿Qué efectos tiene el desorden en mi salud mental?

En un estudio que realizó la psicóloga Kathleen Vohs, de la Universidad de Minnesota, se comparó una habitación desordenada y otra ordenada, y se concluyó que las habitaciones desordenadas generaban un mayor pensamiento creativo. Esto concuerda con la creatividad mostrada por Albert Einstein, Mark Twain y Steve Jobs, quienes siempre alardeaban de tener su escritorio muy desordenado.

Sin embargo, algunos psicólogos como el profesional Tasio Rivallo advierten que el desorden y la desorganización pueden provocar algunos problemas en la salud mental, por ejemplo, ansiedad, trastornos del sueño o reducción de la concentración. También Joseph Ferrari, profesor de psicología, encontró en su estudio ‘El lado oscuro del hogar’ que cuanto más desordenadas son las personas, menor es su satisfacción vital y menor es su productividad. Entonces, podría ser que tenga más importancia de lo que creemos, ¿alguna vez lo has pensado?

Algunas de las consecuencias negativas que podría provocar vivir en un desorden y desorganización constante serían:

  • Perder tiempo y energía La capacidad que tiene el cerebro para procesar información es limitada. Si vivimos en un entorno desorganizado, habrá más estímulos en nuestro campo visual al mismo tiempo, y por tanto, nuestro cerebro tendrá que procesar más información y nuestra concentración disminuirá, ya que todos los objetos competirán por atraer nuestra atención. Esta sobrecarga hace que el cerebro trabaje más y necesite más energía.
  • Retrasar y obstaculizar otras tareas Se ha encontrado que nuestro rendimiento es menor cuando trabajamos en espacios desorganizados. El desorden afecta a la capacidad que tiene el cerebro para concentrarse, analizar y procesar la información, y rendir en las tareas.
  • Causar sentimiento de culpa … y a la larga, daño emocional. Además, cuanto más se prolongue, más costará organizarlo y más culpables nos sentiremos por no poder tener nuestros espacios como realmente nos gustaría.
  • Ser fuente de preocupaciones y estrés La sensación de no tener el manejo de nuestras pertenencias puede llegar a ser una fuente de preocupación y derivar finalmente en estrés. El desorden nos recuerda con frecuencia que tenemos tareas pendientes e inacabadas, disparando así las hormonas del estrés y afectando no solo a la realización de actividades y al rendimiento en éstas, sino también a la salud y al bienestar.

Así, tener un entorno desorganizado produce un sinfín de consecuencias negativas, encontrando más desventajas que ventajas, ya que nos quita mucho tiempo, puede generar cansancio, culpa, frustración, estrés, disminución del rendimiento y de la productividad, y también menor satisfacción vital.

De esta manera, si por el contrario quieres mejorar tu concentración, ser más productivo y tener más energía, es recomendable que destines algo de tiempo al día a organizar tus espacios.

¿Qué beneficios puede aportar el orden a mi salud mental?

Mantener nuestros espacios en orden, estar en armonía con nuestras pertenencias, incluso con la decoración que tenemos, son factores protectores del estrés en nuestro día a día. Además, el orden mejorará nuestro estado de ánimo, ya que nos sentiremos bien con nuestro entorno, subirá nuestra autoestima al ser capaces de tener nuestras cosas organizadas y tendremos más tiempo para dedicarlo a lo que realmente queremos.

Esta sensación de bienestar se refleja en algunos estudios que han probado que limpiar y ordenar nos hace liberar endorfinas, la llamada hormona de la felicidad.

También podemos encontrar efectos positivos en nuestros propios bolsillos. Se ha encontrado que las familias que mantienen sus hogares en orden gastan menos dinero, ya que compran solo lo que les hace falta y tienden a cuidar más y mejor lo que tienen.

Además, como hemos comentado antes, el orden mejorará tu concentración, te encontrarás más enérgico y todo ello hará que seas más productivo.

El orden y los cambios vitales

Según Marie Kondo, autora del libro La magia del orden, nuestros hogares, son nuestro reflejo. Además, sabiamente comenta:

“Cuando pones tu casa en orden, también pones en orden tus asuntos y tu pasado. Como resultado, puedes ver con claridad lo que necesitas en tu vida y lo que no, lo que debes hacer y lo que no”.

Esto nos incita a pensar que iniciar un cambio en nuestros espacios, puede darnos pie a comenzar también con un cambio en nuestras vidas. Así, ordenar nuestro entorno físico, puede ser el primer paso para llevar a cabo un cambio interno.

¿Cómo podemos tener organizado nuestro entorno?

Parece muy sencillo proponer tener nuestros espacios organizados y ordenados, pero… ¿Y cómo se hace? Desde que somos pequeños, nuestros padres nos piden que recojamos nuestro cuarto y organicemos nuestras pertenencias, pero prácticamente a nadie se le enseña cómo hay que hacerlo, simplemente se da por hecho que se sabe.

Para comenzar con este necesario y apasionante mundo del orden, recomiendo leer los siguientes libros:

  • La magia del orden de Marie Kondo.
  • La felicidad después del orden de Marie Kondo.
  • El poder del orden de María Gallay.
  • Reorganizarte: El arte de ordenar tu casa y llenar de felicidad tu vida de Cloti Martínez Peinado.

Artículo de Cristina Maroto Sánchez Psicóloga del Gabinete Psicológico Haztúa

Estrés: segunda causa de incapacidad laboral en 2020


Hay frases que nos resultan tan sorprendentes que no reparamos en el mensaje que nos quieren transmitir. Eso me pasó a mí cuando escuché de boca de Sonia Lupien ( Neurocientífica )que según la OMS “en el año 2020 el estrés sería la segunda causa de incapacidad laboral”.

Lo primero que pensé fue “Dios mío si el 2020” está aquí ya” y lo segundo que, quizás lo que significaba esa frase era que el estrés debe producir numerosas alteraciones en nuestro organismo que son las que nos llevan a enfermar y que deben ser muchos  los trastornos físicos y emocionales que produce para tener el honor de ser la  segunda causa de incapacidad.

Seguí escuchando a Sonia Lupien porque me pareció muy interesante lo que decía. Según ella nuestro cerebro, que está diseñado para protegernos, es un “experto en detectar amenazas”, y  hoy en día estamos rodeados constantemente de mensajes amenazantes. No hay más que leer la prensa, escuchar la radio o  la televisión. Por todas partes se cierne una terrible amenaza ya sea en forma de cambio climatológico, de crisis económica, de aumento del desempleo,  o de  panorama desolador para el futuro de las pensiones. Estos son solo unos pocos ejemplos, si pensamos nos damos cuenta de que hay muchos más,  porque también sentimos miedo al rechazo, a la exclusión a no alcanzar nuestras expectativas etc.

Claro, ante semejante situación nuestro cerebro, que por otra parte es un fiel cumplidor de sus funciones no tiene más misión que estar constantemente dándole al botón de alarma y poniendo en marcha el mecanismo natural de defensa que tiene el ser humano, que no es otro que el de segregar hormonas como la adrenalina, noradrenalina y cortisol para que nuestra frecuencia cardíaca aumente, así como nuestra presión arterial, nuestra respiración y toda la energía disponible se dirija a nuestros músculos porque es evidente que si estamos en peligro hay que salir corriendo.

Esto está muy bien cuando el peligro es real por ejemplo cuando cruzo la calle sin mirar y escucho la bocina de un coche, en ese momento el estrés me ha salvado la vida.

Pero cuando esa alarma se activa constantemente se convierte en perjudicial, transformándose en un problema e incluso en una patología. A esto nos referimos cuando decimos que el estrés es una “enfermedad” o que está ocasionando estragos en nuestra salud.

 Todos sabemos lo que son las contracturas musculares, el insomnio, la irritabilidad, los problemas gastrointestinales y los cardiovasculares. Son simplemente un disfraz  del estrés.

Ante esta situación algo tenemos que hacer porque definido  como un “proceso natural de nuestro cuerpo ante una situación amenazante” es evidente que no se puede eliminar de nuestra vida, por tanto la solución pasa por otra vía, la gestión, es decir, aprendamos a gestionar el estrés y conseguiremos que esa máxima de “el estrés será la segunda causa de incapacidad laboral en el año 2020” no se cumpla.

Dicho así parece sencillo pero creo que en la realidad no lo es tanto. En mi opinión para gestionar el estrés primero tenemos que pararnos a pensar y eso ya es un impedimento porque ¿cuánto tiempo le dedico yo al día a pensar? O mejor dicho ¿Cuánto tiempo me dedico yo al día?

Tal vez este sea el primer trabajo, descubrir a qué dedico mi tiempo, cuáles son mis prioridades, mis necesidades, o lo que es lo mismo dedicar tiempo al autoconocimiento, eso que Daniel Goleman definió como competencia personal dentro del esquema de competencias que integran la inteligencia emocional.

Este post no es pretencioso, es solo una reflexión. Pero como yo soy Coach sé que no basta con la intención, sino que hay que elaborar un plan de acción. Por eso doy por concluido este post y me voy a poner a diseñar mi plan para gestionar el estrés porque yo no quiero que se cumpla la advertencia de la OMS de que para el 2020 “el estrés va a ser la segunda causa de incapacidad laboral”.

Multigeneracion


El siglo XXI ha hecho confluir en las empresas a cinco generaciones diferentes en su forma de comunicarse, razonar, interactuar , trabajar, vivir y visualizar el trabajo.

Estas cinco generaciones son:

Veteranos (1929-1942) han vivido dos postguerras mundiales. Son tradicionalistas, leales, con valores como el tesón y el respeto, aceptan la jerarquía.

Baby Boomers (1943-1964) adictos al trabajo, eficientes, les gusta el trabajo en equipo, buscan estabilidad y desafían a la autoridad.

Generación X (1965-1979) son emprendedores, con ellos nace la era de la informática, trabajan enfocados a resultados, necesitan una dirección clara, se adaptan con facilidad.

Millennials (1980-1994) han nacido en la era de la tecnología, son multitarea , su estilo es informal se desenvuelven y relacionan en redes sociales y buscan el equilibrio entre el trabajo y la vida laboral.

Generación Z (1995-2018) comparten las mismas características que los millennials.

Un líder hoy debe saber retener y fundir en una misión y visión común el talento e intereses de cada uno de estos grupos para que consigan la eficiencia en sus funciones en un ambiente de trabajo saludable, alineado a los valores de la empresa.

Los veteranos necesitan ser escuchados y guiados por otros y esas características pueden hacer una sinergia perfecta con la característica Baby Boomers de realizar tomas de decisiones participativas, fortaleciendo las buenas relaciones con los colegas y supervisores.

Desarrollar equipos de  trabajo multitarea con impacto en diferentes niveles transversales de la organización es otro método de sinergia para entrelazar la diversidad de talento y experiencia multigeneracional y por supuesto la creación de programas de mentoría es siempre una opción eficaz para conjugar a estos recursos en un clima productivo y eficiente.

Nuestro nuevo clima laboral multigeneracional nos exige flexibilidad, personalización del empleo, colaboración, diversidad, formación robusta, experiencia, innovación, velocidad de respuesta, cumplimiento en la palabra y lo más importante, integridad en el manejo de nuestro capital humano para lograr el hermoso placer de «dirigir» personas y no de «administrarlas».

Fuente: Parte del artículo «Gestión del clima laboral multigeneracional» publicado en la revista Expocoaching en su número 5 de Febrero 2018.

Autora: Astrid Encarnación De La Cruz. Abogada. Coach Desarrollo de Carrera Profesional y Gerencia Estratégica Organizacional. Conferenciante.

 

 

Alcohol y menores


Hablar de alcohol y menores es hablar de

SOCIEDAD, de PERTENENCIA y de RESPONSABILIDAD.

De SOCIEDAD, porque el hombre es un ser social, siendo fundamental para su desarrollo aprender a relacionarse y vincularse con los demás. Esto hace que no se pueda mantener al margen de aquellos aspectos que ocupan y preocupan al conjunto de la sociedad porque forma parte de ella. Hacerlo significa tener “Conciencia Social».

De PERTENENCIA, porque vivimos en una sociedad sometida a un profundo cambio a todos los niveles, y esos cambios  nos afectan y nos influyen. El ámbito que nos ocupa (el educativo) no es ajeno a ellos,  educar hoy no es tarea fácil. Los padres se enfrentan a numerosos retos y es necesario hoy más que nunca conocer, tener información y formación para poder afrontarlos con la seguridad de que estamos contribuyendo a la formación integral de nuestros hijos, tanto física, emocional como social.

De RESPONSABILIDAD, porque hay que educar en responsabilidad y porque cuando en la sociedad se dan síntomas de que algo está pasando no se puede mirar para otro lado.

El 67% de los y las menores de entre 14 y 18 años ha consumido alcohol en los últimos 30 días

Hablamos de alcohol y menores porque en una sociedad avanzada como la nuestra algo está pasando cuando los índices de consumo de alcohol en menores son tan alarmantes, los últimos datos hablan de que el 67% de los y las menores de entre 14 y 18 años ha consumido alcohol en los últimos 30 días (según los datos de la encuesta ESTUDES publicada por el Plan Nacional Sobre Drogas relativa a los años 2016-2017, la última realizada), o que alrededor de un 30% ha realizado un consumo de riesgo – borrachera- en los últimos 30 días, o que en el último año se han iniciado en el consumo de esta sustancia más mujeres jóvenes que hombres. Según los datos de la misma encuesta, la edad de inicio en el consumo de alcohol por parte de los jóvenes es a los 14 años y el llamado “consumo compulsivo” ha aumentado del 14% al 31,7% entre los jóvenes de 14 a los 16 años, convirtiéndose las fiestas etílicas en algo “normal”, cuando todos los estudios científicos señalan que el desarrollo completo del cerebro humano no se alcanza hasta los 20 años, es decir, hablamos de una edad en la que los excesos repercuten muy negativamente en el posterior desarrollo físico, psicológico y mental. 

Esta radiografía social nos permite conocer cuál es la situación actual a la que se enfrentan los padres, una realidad que pasa por la permisividad y la “normalidad” de comportamientos y consumos que se considera que forman parte de nuestra cultura, sin tener en cuenta que el alcohol consumido a edades tempranas produce daños que afectan al desarrollo físico y como no al emocional.

Educar hoy no es tarea fácil.

Los padres se enfrentan a numerosos retos, y hoy más que nunca, necesitan tener formación para poder afrontar con seguridad el desarrollo integral de sus hijos.

Es por eso,que ahora más que  nunca hay que apelar a la responsabilidad de los padres que deben velar por la salud y bienestar de sus hijos, así como a la pertenencia, entendida como el compromiso de todos con la sociedad a la que pertenecemos y de la que no podemos mantenernos al margen cuando ésta muestra síntomas de que algo no funciona.

¡ Hay que actuar !

porque hoy más que nunca se hace necesario tener Conciencia Social.

Fuente: Documento «Movilización Alcohol y Menores» FAD